El "Meet the Meeting", el 1 de junio en cuarenta plazas italianas

«Preferida, hablando del Meeting»

Un sábado por la tarde por las calles de la ciudad para presentar la semana del Meeting. Punto de partida: mi deseo y la «historia que me ha conquistado». Que es para todos, incluso para esa señora que sale del metro refunfuñando...

¿Cuál es la belleza que el hombre necesita? En un periodo en el que voy corriendo a duras penas detrás de las cosas que hay que hacer y en el que, a menudo, me miro con actitud crítica centrándome solo en mis faltas, estoy observando que la belleza que necesito es darme cuenta cada vez más de que puedo "sentirme preferida" tal como soy.

Me llama la atención cómo esto, en el tiempo y dentro del camino del movimiento y en la Iglesia, se está haciendo cada vez más sencillo. No obvio o automático, sino más sencillo. Como si reconociera los rasgos inconfundibles de esa preferencia hacia mí... Me volvió a pasar la semana pasada durante el "Meet the Meeting". Había dado mi disponibilidad para un turno de 13 a 15h y al final me quedé en el stand hasta las 19h. Mis planes eran ir de compras, pero en un momento dado no pude evitar quedarme para escuchar la explicación de las exposiciones y los cantos alpinos. Jesús me ha cautivado a través de esta historia y vuelve a conquistarme ahora, poniéndome delante mi deseo infinito de plenitud.

Acepté la propuesta del “Meet the Meeting” porque, leyendo la revista Huellas de mayo, me impactaron mucho los relatos de la vida del movimiento en Estados Unidos. En cada artículo pensaba: «Pero, ¿te das cuenta de lo grande que es la historia a la que perteneces?». Cuanto más leía, tanto más nacía en mí el deseo de tomar conciencia de Quién ha tomado mi vida y que todos puedan conocer nuestra historia. Por eso, fue sencillo decir sí, e invitar también a dos amigas. Me quedé sorprendida al verles decir sí enseguida y por la compañía que nos hemos hecho. Y la pregunta ha vuelto a salir con fuerza: «Pero, ¿quién eres tú que pasas a través de estos rostros?». La llegada, luego, de una tercera amiga que había ido a Milán sobre todo para verme y las conversaciones que tuvimos eran el signo inconfundible de Uno que llama a mi puerta y me dice: «Te prefiero tal como eres, para mí eres verdaderamente única». ¡Qué gracia!

Me llamó la atención cuando Davide Prosperi, al principio de la asamblea de los Ejercicios de la Fraternidad, dijo que tenemos que caer en la cuenta de nuestros gestos. "Gesto" quiere decir llevar algo, llevar un significado. Era lo que tenía en la cabeza cuando paraba a la gente el sábado 1 de junio en Milán para hablarles del Meeting. Una señora a la salida del metro empezó a quejarse del Gobierno, del hecho de que nunca cambie nada, que los jóvenes tendrían que rebelarse y construir... Y mientras la acompañaba de allí al trabajo le pregunté: «Pero, ¿habrá algo positivo?». Y ella: «¡El hecho de que estamos vivos!». Pensé que sería imposible no reconocer esto como positivo. Entonces le pregunté si sabía algo del Meeting, y en cinco minutos le conté nuestra historia. Al verla abrir los ojos de par en par, me di cuenta de lo que llevamos. Algo había tocado en ella un punto sensible: construir, a partir de algo bueno que existe y que no me doy yo, que permite que renazca en mí un gusto y un deseo que dé a la vida un verdadero significado. Ella me miró y dijo: «Qué bonito verte tan feliz, te envidio». «¿Cómo puede decir que soy feliz?», me pregunté. ¿Qué había pasado durante mi relato de mi experiencia como voluntaria en el Meeting y de lo que cada año descubro de nuevo para mí? Le había impactado algo que iba más allá de mi persona. No sé lo que el Misterio hará con este encuentro, pero lo cierto es que, cuando se fue, ya había dejado de refunfuñar, mientras yo volvía a percibir sobre mí esa preferencia.
Anna, Milán