Europa. La comunidad cristiana es un don para todos

En el claustro y en el pleno municipal. Un profesor de Ancona explica cómo ha cambiado su compromiso con su ámbito, pasando de acciones de ruptura a una propuesta de amistad

Para contestar a las preguntas planteadas en el documento de CL de cara a las elecciones europeas, cuento lo que me ha pasado estos últimos años.

Me llama la atención cómo el camino que estoy haciendo en el movimiento me ayuda sobre todo a entender qué mirar, en el ambiente donde vivo y en el trabajo, a dónde mirar, dónde poner mis fuerzas para que se favorezca una construcción de mi persona y de la parte de sociedad a la que pertenezco.

He dedicado mis primeros años de trabajo en el colegio siempre al compromiso y a la lucha para defender determinados valores. Redactaba manifiestos del sindicato contra esta o aquella estrategia didáctica o a favor de la paridad en el colegio. Era un intento de hacer una "traducción cultural", en los distintos contextos de la realidad, del encuentro con Cristo. Intentaba traducir una presencia en acciones concretas, que demostrasen su eficacia en la realidad. Me sorprendía que estas acciones solían ser de ruptura, de división, de juicio hacia los demás (en un sentido negativo).

Desde hace unos años, mi participación en la vida del colegio sigue siendo muy intensa, sin embargo, ha cambiado de dirección: mi mirada busca, ante todo, a la comunidad que se me da en el colegio donde trabajo, en torno a la cual involucro a los demás. La presencia misma de la comunidad es un don, es el don, el inicio de un mundo nuevo en el ambiente. Mirar a quien se me ha puesto cerca, mejor dicho, a Aquel que genera esta unidad, como punto de consistencia, como punto de origen de mi yo y de la positividad en el ambiente del colegio.

Esto no solo quiere decir comparar los juicios, las acciones frente a lo que pasa, con los amigos de la comunidad, sino también entender que lo que porta esta comunidad es el factor que hace que mi pasión por el colegio, hacia los chavales y las asignaturas sea duradera y emocionante. Lo primero es dejarme apasionar por la Presencia misma que nos pone juntos en un lugar de trabajo. Mirar lo que hace suceder entre nosotros, en nuestras clases: gestos o frases de alumnos, exámenes, novedades entre los compañeros...

Sin embargo, lo más sorprendente de todo esto es que, en la relación con mis compañeros o con los gerentes, he dejado de presentar mis posiciones o ideas para que las compartan, las firmen o corroboren: mi primer gesto es proponer la participación en esta unidad que toma su origen de esta Presencia, que no exige etiquetas o condiciones previas, pero que puede regalar a todos un sentido, una pasión a la hora de moverse, vivir, trabajar y luchar.

Por eso, invitamos a la gerente, las vicerrectoras y los compañeros a los momentos donde los de la comunidad nos reunimos para volver a proponernos la grandeza de esta Presencia entre nosotros. La proyección de un video con testimonios del Meeting de Rímini, la recogida de alimentos, la lectura de algunos capítulos de La belleza desarmada de Julián Carrón, un video con los testimonios de padre Pigi Banna y Alberto Bonfanti sobre la educación... Estos momentos han puesto en marcha una amistad, una cordialidad, unos procesos. Una mirada distinta durante los claustros. No siempre estamos de acuerdo, pero las relaciones que han nacido han generado una forma de afrontar los problemas que llama la atención de todos en el colegio.

La rectora, por ejemplo, al principio del curso, quiso compartir con nosotros algunas cuestiones que le preocupaban, no porque tuviéramos la respuesta, sino porque «no se sentía sola», percibía una compañía en ese lugar. Así, incluso la enfermedad de uno de nosotros fue ocasión para hacer nuevamente experiencia de la belleza y novedad que la Presencia de Cristo suscita en los que le están cerca.

En Ancona, además, se ha desarrollado en los últimos cinco años la experiencia del Centro de Ayuda al Estudio. El ayuntamiento ha mostrado una gran disponibilidad y nos ha proporcionado las salas. A nuestro alrededor, se han involucrado muchos voluntarios (antiguos compañeros jubilados, amigos profesores, jóvenes universitarios). A día de hoy, atendemos casi a 90 estudiantes. Y hemos llegado a ser 35 voluntarios.
El centro de ayuda al estudio ha crecido en un ámbito muy problemático en la ciudad. Un lugar de encuentro de muchas realidades distintas, personas de varias nacionalidades, situaciones de riesgo. Entre los muchos chavales que vienen, muchísimos son extracomunitarios que encuentran allí un lugar familiar y de ayuda concreta. Los padres, al principio, llegan expresando una cierta perplejidad; no creen que sea gratuito. Luego dan las gracias y nos traen regalos típicos de sus tradiciones: dulces, pañuelos y pequeños detalles con los que quieren expresar su alegría y su contribución a la obra.
Este año me ha sorprendido un chaval marroquí, Sahil, al que ayudamos en muchas asignaturas. El 31 de diciembre, a media noche, envió a la dirección del centro un mail donde nos deseaba un "próspero año nuevo", diciéndonos que él había encontrado la positividad para un año nuevo en este lugar de estudio.


También en diciembre del año pasado, a raíz de varios sucesos graves, la ciudad de Ancona tuvo que plantearse seriamente la cuestión de la seguridad, tema abordado en un pleno municipal extraordinario. Nos llamó la atención que la alcaldesa (este año nombrada "mejor alcaldesa del mundo") quisiera señalar nuestra experiencia como ejemplo de auténtica seguridad e integración.

Me invitó al pleno y me pidió hablar delante de todas las fuerzas políticas y a los periodistas. Cito un pasaje de mi intervención:
«Existe una cuestión de fondo, que va antes que cualquier ley o decreto, la educación. Los servicios, incluso los más organizados, proporcionados por las instituciones son clave, pero pueden resultar inútiles sin un encuentro humano; sabemos que el 30-40% de los extranjeros acogidos en los proyectos Sprar (Sistema de protección de los que solicitan asilo y refugiados) no disfrutan de los servicios, de los colegios, en el idioma del país, por ejemplo. ¿Por qué? Porque en la mentalidad de las personas acogidas muchas veces no es importante el idioma o la formación laboral. Si uno no encuentra un lugar donde adquiere un sentido para vivir, cualquier proyecto será inútil. El sentido se descubre en un encuentro significativo, en un gesto de unidad humana. Sin embargo, esto vale también para los chavales italianos. Nuestro centro, antes de ser útil para los chavales, es útil para los adultos voluntarios. Crea en nosotros una mentalidad de encuentro, una ocasión para aprender la gratuidad y el valor que tienen estos chavales, distintos de nosotros».
Nicola, Ancona