Pisa, Plaza de los Milagros

Europa. «¿En qué bando estáis?»

Massimo regenta una librería en Pisa. Le llama la atención el reclamo a la necesidad de «una amistad social». Así que convierte su tienda en un espacio de encuentro y diálogo para la ciudad. Pero afecta a la vida entera, no solo al trabajo...

Literalmente, di un sobresalto cuando leí el manifiesto de CL ante las elecciones europeas, la invitación del papa Francisco a realizar «una amistad social, para un diálogo y encuentro donde cada uno pueda ofrecer la contribución de su propia experiencia a la vida común». Julián Carrón, en La belleza desarmada, ya nos reclamaba esto y, recuerdo perfectamente, ya entonces me impactó mucho.

Regento una librería en la ciudad donde vivo. Hace dos años, en un momento de profunda revisión y reforma de mi negocio, a raíz de la lectura de La belleza desarmada nació en mí el deseo de convertir mi librería en un lugar donde las distintas sensibilidades intelectuales y culturales pudieran encontrarse y dialogar al servicio de la ciudad. Todo el mundo, políticos profesionales y aficionados a la política, utilizan la expresión "bien común". Sin embargo, a menudo, se nos olvida que para realizarlo hay que partir de la dimensión relacional de la vida de los hombres. Es encontrando al otro como yo me descubro a mí mismo. ¿De verdad es así? El encuentro con el movimiento, para mí, explicita la verdad de esta afirmación. Me he dicho: «Si para mí es cada vez más cierto, ¿puede ser verdadero para todos? ¿Puede ser una experiencia posible en la vida de quien tengo a mi lado y vive en mi ciudad?».

A partir de ahí, en la librería, empezamos a organizar una serie de actividades culturales que hace que trabajemos alegres y que, planteando temas distintos, pretende tener como hilo conductor de cada propuesta el horizonte que acabo de señalar. Han pasado muchos acontecimientos y muchos encuentros que me es imposible contar con detalle aquí. Me llama la atención poder conocer y aprender de experiencias humanas e intelectuales que, para el mundo, son teóricamente incompatibles y contrapuestas. Después de invitar a los hijos de Giulio Andreotti y al hijo del diputado comunista Pio La Torre, asesinado por la mafia en los años ochenta, unos clientes nos preguntaron: «Entonces, no nos estamos enterando, ¿en qué bando estáis?». Estamos del lado de la vida, allí donde acontece en toda su aspiración al ideal, en tensión hacia una búsqueda cada vez más grande de la verdad de uno misma y de la historia. Palabras que pueden no convencer, pero que dejan de ser simples palabras cuando uno participa y se involucra con la experiencia que nos cuentan. Misteriosamente todo cobra sentido, y se empieza a mirar al otro no como un obstáculo y potencial amenaza por sus ideas. Cada vez me doy más cuenta de que esta forma de estar en el mundo que nos enseñan Giussani y Carrón es la posición más conveniente para tratarnos a nosotros mismos y a los demás.

Sin duda, hago un trabajo privilegiado desde este punto de vista: estar rodeado de libros me permite recibir muchos estímulos, pero lo que he contado da un respiro mucho más grande.
Así es como, por ejemplo, un importante periodista, paciente de mi mujer, le toma afecto y en poco tiempo se convierte en un amigo muy querido, hasta el punto de autoinvitarse a nuestra casa por Pascua diciéndonos: «He visto el mundo y he contado sus atrocidades y ahora, con 60 años, tengo claro que para seguir adelante necesito un lugar donde pueda tomar una bocanada de aire fresco y verdadero para luego volver a sumergirme en los sucesos del mundo, que no gira como debería».

Pasa que conocemos a una familia que vive una profunda crisis económica. Les ayudamos un poco buscándoles trabajos ocasionales sin estar muy pendientes de ellos. Hace diez días nos invitan a mi mujer y a mí a su casa y nos pide ser padrinos de Bautizo de sus mellizos recién nacidos. Frente a nuestro asombro –no nos conocemos mucho ni quedamos a menudo–, el padre nos contesta: «Basta con pocos signos para entender en quién se puede confiar. Nos gustaría que nos ayudarais a criar a nuestros hijos en este mundo de lobos».
Gestos de amistad social. Que pasan solo por el hecho de vivir según la dimensión del carisma. Y esto tiene un impacto político, porque es humano. Así afronto la nueva cita electoral, predispuesto a entender lo que está en juego, libre de cualquier preocupación por el voto, y agradecido por todo lo que constantemente se nos da.
Massimo, Pisa