El Nelson Mandela Forum en Florencia

Florencia. «Mi reencuentro con Leopardi en la maleta»

La XVIII edición de los Coloquios Florentinos se ha dedicado al poeta de El infinito. Han participado más de cuatrocientos profesores y estudiantes de enseñanza superior

Del 7 al 9 de marzo, más de 400 alumnos y profesores de casi doscientos institutos se dieron cita en el Nelson Mandela Forum de Florencia con motivo de la XVIII edición de los ‘Colloqui Fiorentini’, que este año tenían como protagonista a Giacomo Leopardi. Más de 800 tesinas enviadas y decenas de producciones artísticas y narrativas. Alessandro D’Avenia, profesor y escritor, Davide Rondoni, poeta, Giovanni Maddalena, profesor de Historia de la Filosofía, y Gianfranco Lauretano, ensayista, acompañaron a los estudiantes durante tres días de estudio y profundización en el autor que este año cumple 200 años. Publicamos la carta de uno de estos alumnos.

Es fascinante cómo puedes enamorarte fácilmente de autores que eligen las palabras que todos querríamos decir, esos poemas que hacen transparentes, inesperadamente, una parte de nuestra intimidad. O todo lo contrario. Para mí, concretamente, la fascinación por Leopardi nació cuando leí por primera vez la experiencia de su primer amor. Aquellas palabras me provocaron una extraña rabia hacia ese hombre, no entendía cómo mi profesora de italiano podía valorar tanto su poesía. Me parecía que sus poemas rechazaban el amor a una persona real para afirmar, en cambio, el deseo de una cierta fantasía inalcanzable. Había en él una extraña intuición que yo no entendía.

Con este enredo mental, seguí leyendo y escribiendo, poco a poco, mi tesina. Aquí radica la primera belleza de estos Colloqui: toparme con un punto de vista completamente distinto al del autor pero, precisamente por eso, seguir sumergiéndome entre sus versos para verificar realmente mi posición.

Luego pasaron unos meses, justo el tiempo suficiente para olvidar todo el drama y el diálogo que había nacido con el autor. Hasta llegar al 6 de marzo, el día antes de partir, preparando la maleta, totalmente olvidado de la disonancia leopardiana, inconsciente de su intuición vital.

El primer día no hubo nada especial que me moviera de alguna manera. Los encuentros matutinos fueron realmente interesantes pero, al mismo tiempo, no me desvelaron nada nuevo. Tenía la sensación de haber oído cosas que no importaban, que sin duda eran interpretaciones geniales y convincentes pero me sonaban a una irracional falta de significado. Pasó lo mismo por la tarde. Durante los seminarios, yo seguía impasible. Igual que el segundo y tercer día.

Un amigo mío y yo recibimos incluso el primer premio pero ni siquiera esa victoria me bastaba. Y aquí llega la segunda belleza descubierta en estos Colloqui: me he sorprendido viviendo la misma afanosa necesidad del poeta Leopardi, hallando insuficiente para mi alegría lo que sucedía allí. Y esto es lo que sucedió. Fui sin ninguna expectativa y, gracias a las palabras que no comprendía, a las opiniones que no compartía, volví a casa, deshice las maletas y mirando cada cosa persistía ese «misterio eterno de nuestro ser». Todavía no entiendo bien cómo o por qué, pero este año caminaba con mis amigos por la ciudad de Florencia y estaba en silencio, en un profundo silencio. Escuchando.
Giacomo, Bolonia