La exposición sobre don Giussani en Kajang (Malasia)

Kuala Lumpur. «¿Puedo presentarte a don Giussani?»

A pocos kilómetros de la capital de Malasia, la comunidad de CL propone en su parroquia la exposición “De mi vida a la vuestra”. Todo supera las expectativas. Desde los problemas técnicos hasta la multitud de encuentros

La exposición sobre don Giussani “De mi vida a la vuestra”, que hemos puesto en la parroquia de Kajang (a veinte kilómetros de Kuala Lumpur, capital de Malasia), donde nos juntamos los amigos del movimiento, ha sido una gracia particular, superando todas nuestras expectativas.

La idea de llevar una exposición a la parroquia se me ocurrió hace unos meses, porque había notado que nuestra presencia empezaba a suscitar curiosidad entre algunos fieles. Así se lo propuse a mis amigos de la comunidad, que respondieron con gran entusiasmo. Pensé en don Giussani por mi personal gratitud hacia lo que él representa para mi vida y la de mi familia.

Ha supuesto una gran labor de logística y recogida de fondos, pero todo se ha ido resolviendo con la ayuda de nuestros amigos. Para imprimir los paneles, por ejemplo, había dos opciones: una más económica y otra “de lujo”. Antes de elegir, quisimos esperar a ver cuánto dinero recaudábamos para luego decidir. Pues bien, las donaciones llegaron rápidamente y fueron muy generosas, lo que nos permitió imprimir paneles grandes y de una calidad óptima. Nadie imaginaba que fueran a ser tan bonitos.

Para la ubicación, a pesar de que nos pusimos en marcha con mucho tiempo, solo había una opción: un rincón bajo el techado exterior de la iglesia, porque todos los demás lugares, como salas y estancias, estaban reservados para otras actividades. Luego acabó siendo la mejor solución, porque estaba justo delante de la entrada principal de la iglesia, a la vista de la que gente que entraba y salía. Después de un par de sábados lijando y pintando las viejas tablas donde íbamos a colgar los paneles, abrimos la exposición durante dos fines de semana seguidos.

La comunidad de CL de Kuala Lumpur con monseñor Julian Leow

Ha sido impresionante ver cuántos encuentros sencillos han tenido lugar allí. Un hombre se acercó con mucha curiosidad a las fotografías de Giussani. Le pregunté si podía ayudarle con alguna explicación. En vez de eso, él empezó a contarme su dramática vida: tres hijos, el último autista, al que está criando solo después de que su mujer le abandonara porque no se sentía capaz de afrontar la enfermedad de su hijo. Mientras lo contaba, no dejó de sonreír ni un instante, y me llamó la atención su serenidad ante dificultades tan objetivas. Al final no vio la exposición, pero ahora cuando nos encontramos nos saludamos con mucho afecto.

A mediados de semana, Antonietta sugirió llevar la muestra a otras parroquias, pero me preocupaban los problemas que eso pudiera suponer. Pero el último día, un fraile de otra parroquia de Kuala Lumpur, que estaba aquí de paso, se acercó al panel con la biografía de don Giussani y yo me ofrecí a explicarle. Él me respondió: «gracias, pero ahora no tengo tiempo. Tengo que regresar para celebrar la misa». Y añadió: «¿Por qué no la lleváis también a mi parroquia? Un ejemplo así de vida santa puede ayudarnos mucho en nuestro camino de fe». ¡Qué estupor!

Luego me encontré con otro parroquiano que empezó a repetirme frase de Giussani… Yo pensaba que ni siquiera la había mirado y en cambio la había leído entera, y empezó a hablarme de su propio camino de fe. También he conocido a Alan, que se acercó y me dijo: «Después de mucho talleres sobre la fe, aquí, en la parroquia, tocando una u otra cuerda de sentimientos, hace mucho que decidí no participar en nada más. Los diversos grupos devocionales dejaron de interesarme. Ahora necesito algo que me ayude a profundizar en las razones de mi fe, ¿cuándo os reunís vosotros? ¿Puedo ir?».

Pero la mayor sorpresa fue cuando nuestro amigo Mark me mandó este mensaje de WhatsApp: «El domingo a la una, va AV a ver la muestra. ¡Nos vemos, ¿verdad?!». Le respondí: «¡Claro!». AV es el sobrenombre que usamos entre nosotros para hablar de monseñor Julian Leow, arzobispo de Kuala Lumpur. Nunca habría pensado que encontraría un hueco en su abultada agenda dominical para aceptar nuestra invitación. Pedí a los amigos de la comunidad que vinieran: «Todos a la exposición el domingo, no para mostrar nuestro (pequeño) número sino porque necesitamos ser confirmados en la fe por nuestro obispo». Después de la visita guiada, monseñor Leow se quedó con nosotros un ratito, durante el cual le contamos cómo hemos conocido el movimiento. Me impresionó que se acordara y nos preguntara por John y Hilary, a los que conoció hace muchos años y que ese día no pudieron estar. Al final le regalamos un ejemplar de la biografía de don Giussani. Al marcharse, nos saludó calurosamente. «Eran sobre las cuatro de la tarde», como dice uno de mis paneles preferidos en la exposición, cuando volvimos alegres a casa.
Francesco, Kuala Lumpur