La primera comunión de Nicola y los Ejercicios

De la conmoción por la experiencia del hijo al juicio delante de lo que sucedía en Rímini. Un paso decisivo, en el que Jesús «también ha tocado mi corazón»

Durante los Ejercicios de la Fraternidad mi hijo Nicola celebró su Primera Comunión. Nicola, por carácter, es un “volcán” y respeto al tema de ir a misa, siempre ha expresado su –por decirlo de algún modo– falta de atención, ¡no está quieto ni un minuto! Los días previos nos decía: «Pero, ¿será verdad que ahí está Jesús?». Mi mujer y yo, en lugar de soltarle un sermón, decidimos darle una respuesta sencilla: «Nicola, para entender qué es la Comunión, hay que hacerla. Cuantas más veces comulgas, más lo entiendes». Ese día Nicola fue un espectáculo: quieto, atento. Al terminar la comunión, el sacerdote, miró a los niños y les dijo: «Hoy tenéis una oportunidad excepcional. Hoy podéis pedir a Jesús cualquier cosa y Él no podrá deciros que no. Pero, ¡atención! No le pidáis sacar buenas notas en el colegio, sois vosotros quienes tenéis que estudiar, ¡no Jesús! Os aconsejo pedirle algo que solo Él os pueda conceder». Nicola seguía muy atento y serio. Al salir de la iglesia, le pregunté simplemente qué tal había ido y cómo se sentía. Su respuesta fue: «Papá, ¿has oído lo que ha dicho el padre Norberto después de la comunión? Yo he pedido: ¡dame un signo de que existes! Y he sentido que Él me ha tocado el corazón».

¡Me sentí sobrecogido de gratitud y conmoción! Este hecho me acompañó a los Ejercicios. Desde el principio me preguntaba si en mi vida, alguna vez, había pedido algo similar a la hora de comulgar. He descubierto que también se puede aprender de los hijos. Además, ¿por qué sentí esa vibración cuando Nicola me contaba lo que le había pasado? A lo largo de los Ejercicios, salieron cuestiones que me volvieron a poner en mi sitio, como si lo que le había pasado a mi hijo se hiciera carne en mi corazón. Y el remate final. «El corazón resuena, nota un sobresalto en el que a menudo nos detenemos sin profundizar en el juicio». Un juicio: reconocer de dónde viene esa vibración y abandonarnos a Él. Entonces me dije a mí mismo: este es el trabajo, este es el paso decisivo. De vuelta a casa: «Nicola, ¿sabes que Jesús también ha tocado mi corazón?».

Fabio, Treviglio (Bergamo)