Esperando al Papa en Lima

El Papa en Perú. «No es un discurso lo que conquista»

Lima, Puerto Maldonado, Trujillo… Con miles de personas esperando para verlo. Los amigos de la comunidad del movimiento narran la etapa peruana del viaje de Francisco

Hace varios meses se dio la noticia de que el Papa Francisco visitaría el Perú en enero de 2018. Una inmensa gratitud nos invadió el corazón y de inmediato una pregunta: ¿qué es lo que esperamos, por qué nos alegra? Enseguida escribimos a nuestro visitor, Michele Faldi, para informarle de la noticia. Su respuesta fue: «¡Qué belleza! Estad disponibles y atentos, ofreced todo al servicio de la Iglesia». Nos pegamos a estas palabras con la certeza de que esta respuesta secundaba nuestra espera y el afecto concreto a nuestra humanidad.

Desde mayo de 2017 empezamos a participar mensualmente en todas las reuniones del equipo de comunicadores del obispado ofreciendo nuestro servicio al arzobispado de Lima. A medida que se acercaba la fecha de la llegada del Papa la expectativa crecía, así como las preguntas en todos los ambientes, laboral y familiar: dónde poder verlo pasar, qué actividades habrá...

La multitud recibe al Papa en Lima

Estos meses han sido una gran espera en la que emergió la pregunta «y yo, ¿por qué lo espero, por qué me fío de uno que me dice: “vayan y den toda su disponibilidad”?». Vivirlo así nos involucró en una gran aventura en donde hemos deseado estar atentos a todos los factores de la realidad y el buen Jesús respondía sin quitar nada de la historia particular. Así, casi un mes antes de la llegada del Papa, después de la fiesta porque Perú retornaba al Mundial después de 35 años de lucha, una decisión de la máxima autoridad política dividió el país, el indulto a Fujimori generó todo un movimiento incluso con marchas a favor y en contra.
Dentro de este hecho se impuso otra vez el deseo de ayudarnos a juzgar y propusimos un volante titulado “Depende de nosotros”, porque deseamos ser protagonistas de nuestra historia particular partiendo de aquello que nos ha despertado el corazón y la razón. En este contexto no podíamos no darnos cuenta de que Perú es preferido por Jesús, que no se nos ahorra nada y se nos da todo para vivir las circunstancias para reconocerlo.

La catedral de Lima

El jueves 18 de enero todo Perú se paralizó para volcar su mirada en el único que puede sostener la vida. Todos en Perú estaban “unidos por la esperanza”, que es lema que la Iglesia peruana escogió para la visita del Papa. Y esto era evidente en las calles por donde pasaría el Santo Padre, abarrotadas de gente, de familias enteras con un solo pedido: deseamos vivir, deseamos verte, somos un pueblo que tiene la esperanza en su ser.

La primera imagen, donde se abre la puerta del avión y aparece la figura del Santo Padre en suelo peruano, quedará en nuestros corazones para siempre como memoria de una Presencia única capaz de responder al corazón del hombre. Eran conmovedoras las frases “Francisco te queremos”, “Francisco bienvenido”, “Francisco sáname”, un solo grito, el mismo para todos. Mares de gente en todo el recorrido desde el aeropuerto a la Nunciatura de Lima donde se hospedaría. Un pueblo dormía en las calles solo para poder verlo pasar, para retomar su esperanza.

El encuentro con las poblaciones indígenas de Puerto Maldonado

Puerto Maldonado era ya desde la noche anterior una fiesta. Las comunidades indígenas mostraron al Papa su origen, querían enseñarle su tradición con la petición de que los ayude a mantenerla. El Santo Padre les dijo: «Quise empezar por aquí la visita a Perú… Quienes no habitamos estas tierras necesitamos de vuestra sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos, sin destruir, en el tesoro que encierra esta región, y se hacen eco las palabras del Señor a Moisés: “Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa”».

Al día siguiente, en Trujillo, otra vez el pueblo, el mismo corazón, la petición y la conmoción de un santo caminando entre ellos. El Papa no dejaba de indicar la esperanza de forma concreta: «Los peruanos en este momento de la historia no tienen derecho a dejarse robar la esperanza… Con Jesús, el alma de este pueblo de Trujillo podrá seguir llamándose “la ciudad de la eterna primavera”, porque con Él todo es una oportunidad para la esperanza. Sé del amor que esta tierra tiene a la Virgen, y sé cómo la devoción a María los sostiene siempre llevándolos a Jesucristo y dándonos el único consejo que siempre repite: hagan lo que Él os diga».
Luego de una jornada de más de 11 horas el Santo Padre embarcó el vuelo de retorno a Lima donde la gente seguía a la espera en todo el recorrido desde el aeropuerto hasta la nunciatura.

La misa en Trujillo

El domingo 21 en el convento las Nazarenas, donde se custodia nuestra querida imagen y también réplica del Señor de los Milagros, se encontró con 500 monjas de clausura a las que les dijo: «Les pido, por favor, que recen mucho por la unidad de esta amada Iglesia peruana porque está tentada de desunión. A ustedes encomiendo la unidad, la unidad de la Iglesia, la unidad de los agentes pastorales, de los consagrados, del clero y de los obispos». Una vez más, sin quitar la atención a la realidad de la historia, obliga a poner la mirada en la utilidad de cada uno allí en la forma en que el Señor nos pide.

Después de reunirse con los obispos y sacerdotes, se dirigió antes del Ángelus a los jóvenes: «Jesús quiere verlos en movimiento. A vos te quiere ver llevar adelante tus ideales, y que te animes a seguir sus instrucciones. Él los llevará por el camino de las bienaventuranzas, un camino nada fácil pero apasionante, es un camino que no se puede recorrer solo, hay que recorrerlo en equipo, donde cada uno puede colaborar con lo mejor de sí». El mismo desafío al que Carrón nos introduce siempre, el de la belleza de la vida, donde lo que nos pide Jesús es vivir.

La misa en la base aérea de Las Palmas

Siempre en el mismo escenario, con las calles abarrotadas de gente, se dirigió al último acto de su visita, la misa central en Lima, en la base aérea de las Palmas, donde más de un millón y medio de personas lo esperaban. Llegó en medio de arengas que decían «¿Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer si eres el Papa Francisco, vicario de Cristo, que nos viene a ver?». Éramos uno solo, una misma espera, una misma gratitud, no peleábamos por un espacio, nos ayudábamos a mirar ofreciendo todo para poderle ver, y si era posible tocar.

El Papa nos dijo: «Es allí, en medio de los caminos polvorientos de la historia, donde el Señor viene a tu encuentro. Algunas veces nos puede pasar lo mismo que a Jonás. Nuestras ciudades, con las situaciones de dolor e injusticia que a diario se repiten, nos pueden generar la tentación de huir, de escondernos, de zafar». Qué gratitud invadió nuestro ser al reconocer la unidad de las palabras de Carrón en Navidad, «sin excluir a nadie», y qué gran responsabilidad tenemos de comunicarlo.

El Papa volvió a evidenciar que la vida es una obediencia, que la vida solo puede ser bella dentro de una obediencia a una correspondencia que pasa por un visitor, por una anciana que soporta horas bajo el sol para verlo y sobre todo por una compañía que sigue, que te ayuda a estar atento a todos los factores allí donde nos toca. Hemos comprobado que no es un discurso lo que conquista sino un testimonio. Una amiga reenviaba un mensaje de su hermano: «Dime dónde se reúnen después de estos días, no quiero perder más tiempo, quiero pertenecer a Comunión y Liberación».

El lunes, en la oficina, sin terminar de entrar, una de las personas más indiferentes a este momento me dijo: «Mira, ha sido imposible no involucrarme en la dinámica de estos días, así que como mi calle estaba llena de gente finalmente salí a esperarlo y no sé por qué pero estoy contenta y quería decírtelo». Inmediatamente pensé en el pasaje del Innominado de Los novios de Manzoni, y es que traía algo también para mí. Es Otro quien sostiene nuestra vida y mendiga nuestro sí lleno de alegría.

Silvia y Vanessa, Lima