El Papa Francisco en Perú

El Papa en Perú. Cambio de planes, doble gracia

Liliana tenía todo preparado para asistir a la misa papal, pero un imprevisto trastocó todos sus planes y le permitió revivir lo sucedido hace 33 años, en la visita de Juan Pablo II…

Cuando me enteré de que el papa Francisco había programado un viaje pastoral al Perú, me alegré mucho y no dudé un segundo en que tenía que estar presente en los actos programados en Lima, y daba por descontado que iría la misa papal. Tengo muy presente el recuerdo de hace casi 33 años cuando estuve, en compañía de mi mamá, en la misa que ofició Juan Pablo II.

Apenas se abrió la inscripción para asistir a la misa me inscribí y esperaba con ansias tener mi entrada para asistir. Estaba convencida de que nada me haría desistir de este encuentro con el Papa. Todo lo tenía previsto: ropa y alimentación adecuadas, preparada para caminar lo que fuera necesario y esperar las horas que duraría el evento desde el ingreso a tempranas horas de la madrugada hasta la noche del mismo día.

No contaba con los designios del Señor, pues mi madre, que tiene 97 años, sufrió una caída accidental en casa los primeros días de mes y ha necesitado cuidados especiales. Justamente esos días yo estaba haciéndome cargo de su cuidado y compañía, apoyando a mi hermano, que vive con ella, ya que la persona que nos apoyaba había dejado de hacerlo por motivos de salud. El Señor ha bendecido a mi madre con una mente prodigiosa; tiene algunas limitaciones motoras propias de la edad pero hasta antes de su caída ella ha sido siempre muy segura de sí misma, tanto que no ha dejado de llevar la administración de su hogar. Y mis hermanos y yo lo permitimos, porque eso le da vida y aprendemos a diario de su sabiduría, como nos lo hizo recordar el Santo Padre desde su primer día de visita.

No perdía la esperanza de ir a la misa con el Papa, pues mi hermana, que es enemiga de hacer largas colas, había desistido de ir y me dijo que cuidaría de mi mamá ese día. Todo arreglado hasta allí, cuando ella recibió una invitación para estar en la ceremonia de despedida del papa Francisco. Podría verlo más cerca y, quién sabe, hasta estrecharle la mano, cosa que me llenó de alegría; era una oportunidad que no se debía desperdiciar. Empezó entonces nuestra búsqueda de una persona que acompañara a mi hermano para cuidar de mamá y no logramos encontrarla.

Entonces pude pensar que todas mis expectativas se iban al tacho pero no fue así. Me di cuenta de que lo que me pasaba era una oportunidad para ofrecer al Señor la circunstancia que me tocaba vivir, que podría vivir ese encuentro por televisión en compañía de mi madre como lo hice hace 33 años, como pasó así con cada detalle desde que bajó por las escalinatas del avión que lo trajo al Perú. Ha sido para mí una gracia la presencia del papa Francisco entre nosotros. Me he emocionado con sus palabras y las he hecho mías. He seguido cada uno de los encuentros que ha tenido; y poder haberlo hecho con mi madre es una doble gracia. Definitivamente, la experiencia que he vivido no hubiera sido posible sin las oraciones de mis amigos por mí, por mi madre y lo aprendido en los años que conozco a Cristo de la manera como lo muestra Giussani.

Liliana, Lima