Las vacaciones de los bachilleres de Punta Alta (Argentina)

Argentina. El submarino, la alegría y las vacaciones de GS

Hasta hacía poco, formaba parte del equipo que trabajaba en el submarino que desapareció en aguas del Atlántico. El relato de unos días con los bachilleres argentinos, a los que llegó con la tragedia en el corazón y una gran pregunta

Viajé a las vacaciones acompañando como adulto a unos chicos que integran una Escuela de Comunidad de GS que hace un año ha comenzado a caminar en nuestra ciudad de Punta Alta. Como comentaba al resto de los adultos, encontrarnos con estas vacaciones, con esta vida, es una novedad que nos asombra y nos maravilla. Particularmente yo no llegaba de la mejor manera para acompañar a los chicos; había cerrado el año con una tragedia que me tocó muy de cerca, yo había formado parte por muchos años de la dotación del submarino desaparecido en nuestro mar (el submarino de la Marina Militare argentina "San Juan", con 44 marinos a bordo, desapareció en aguas del Atlántico el 15 de noviembre, ndr), hacía muy poco tiempo me había tocado dejar de ser parte de la dotación para trasladarme al lugar donde resido actualmente, lugar en el cual conocí el movimiento y donde renacería una propuesta que yo creía ya había cumplido una etapa en mi vida, seguir acompañando a jóvenes en un camino de fe, pero ahora desde una forma distinta de estar frente a la realidad que se me presentaba.

Esta tragedia del submarino rompió todo mis planes y esquemas que tenía para terminar el año, solo había una manera de vivir esa realidad, solo había una forma de continuar, y lo afronté como pude, con la certeza de que Dios me había amado, y esa certeza era mucho más grande que toda esta situación tan angustiosa y triste, pero esa certeza no inhibía mi humanidad, mi desesperación, mis enojos, mi dolor, pero en el fondo sabía que Él me acompañaba sin importar cuál fuera mi situación, eso me daba una gran tranquilidad y paz.

Pero había algo que había perdido y que yo solo no podía lograr, la alegría. Y así atravesé la Navidad y las fiestas de Año nuevo, naciendo en mí un reclamo a ese Dios que es mi realidad, pero sin esa alegría lo sentía lejano, y ese reclamo se transformó en un grito desesperado, hasta que llegaron las vacaciones de GS y ese Tú que me hace volvía a acontecer en mi corazón, diciéndome: «aquí estoy, yo soy tu alegría».



Ese primer día hubo tres momentos en que mi corazón se reencontró con la certeza de ese amor que me va haciendo: cuando escuché la canción de donde provenía el lema de las vacaciones, "Quién eres Tú que, cuando te encuentro, todo se vuelve nuevo", sentí que no era solo una canción, era Él que comenzaba a hablarme; luego encontrarme con quien ahora es un amigo, un chico de 15 años que tiene una parálisis de nacimiento, en un momento de ese primer día pude ver en él un alegría única, una alegría que me atravesó el corazón, su nombre es Francisco y aprendí a quererlo como un amigo; a la tarde cuando tuvimos la Eucaristía el grito siguió siendo profundo pero sentía que algo nuevo comenzaba a acontecer. En la noche, al terminar la fiesta de inicio de las vacaciones, tomó la palabra el padre Mario con una oración que hablaba de la alegría. Mi Señor, mi Dios, mi realidad había vuelto a acontecer, ya mi corazón no tenía dudas, Dios volvía a regalarme la Alegría.

Antes de las vacaciones una amiga del movimiento me preguntó si quería escribir cómo había atravesado esta experiencia del submarino y la verdad es que no me surgían palabras o, si me surgían, no sentía que pudieran contener todo lo que había vivido, pero ante su propuesta estas palabras surgieron como un manantial y siento una gran tranquilidad con lo que he escrito. Un gran abrazo.

Damián, Santo Tomé