Padre Ibrahim y algunos feligreses

Navidad en Alepo, la experiencia de vivir con Él

Las ganas de volver a empezar y de divertirse. Las obras de caridad y educativas. Gianni ha pasado las Navidades en la parroquia de los franciscanos, donde día a día se transparenta el origen de una vida que vuelve a florecer

He pasado la Navidad en Alepo, en la parroquia del padre Ibrahim Alsabagh. Allí he visto con mis propios ojos cómo el Misterio actúa mediante los franciscanos y las muchas personas que se involucran con ellos. Lo que se observa hoy en Alepo es una vida que vuelve a florecer de modo inimaginable. Todas estas personas, que han vivido historias dramáticas y llevan dentro profundas heridas, hoy tienen muchas ganas de vivir, encontrarse y reconstruir.

En la parroquia de los franciscanos no caben las quejas ni los reproches. Los juicios sobre la guerra son claros, pero la cuestión fundamental es volver a empezar. He podido observar distintas expresiones de esta ganas de vivir, algunas verdaderamente conmovedoras. He seguido de cerca los proyectos promocionados por la parroquia que se han desarrollado e intensificado en los últimos meses: el reparto de las cajas de alimentos, la ayuda a quien busca empleo, los grandes proyectos de reconstrucciones de casas y de los pisos, y las actividades para los niños del oratorio.

Una iniciativa que estos meses ha tomado mucha determinación es la actividad extraescolar para niños entre 6 y 14 años con dificultades en el colegio y que padecen trastornos psicológicos. Esta actividad extraescolar ha empezado a afrontar la cuestión con un método significativo y efectivo, el de la relación personal. Cada profesora o educador ayuda a 3 o 4 niños y afronta el problema concreto que tiene cada uno de ellos. Porque cada uno necesita una mirada, la que le ha faltado en su ámbito familiar y también en el colegio. Ocurren milagros, los niños se vuelven a abrir a la vida y retoman el estudio. Otras dos realidades que siguen el mismo método, el de la mirada a la persona, son el colegio para sordomudos y la guardería y la escuela primaria de las Monjas del Rosario, ejemplos de libertad en la educación.

La segunda novedad que me ha impactado es el deseo de juntarse y divertirse. He participado en dos fiestas distintas de la parroquia, donde acudieron jóvenes y mayores, hombres y mujeres, todos con unas inmensas ganas de estar juntos, de disfrutar y de bailar. Una señal significativa del deseo de salir de la guerra en todos los aspectos de la vida.

Pasar allí la Navidad me ha permitido entender el origen de una vida que vuelve a florecer. Y el origen lo he descubierto, poquito a poco, en la vida cotidiana de la parroquia en estos días festivos. Para muchos de ellos el nacimiento de Cristo se ha hecho experiencia de una vida con Él, de la relación con Él. El encuentro personal con Cristo cambia la vida, también en Alepo. La señal más importante de esto es la unidad entre el padre Ibrahim, sus hermanos y colaboradores. Participar de esta unidad me ha permitido mirar de forma más profunda la llegada de Cristo.

Gianni, Abbiategrasso