La belleza en Girona

Cuando nos sugirieron presentar en Girona el libro de Julián Carrón, junto con Antoni Puigverd, aceptamos con un punto de vértigo. Aunque en realidad se trataba de ingenuidad…

Cuando nuestro amigo Jorge nos sugirió presentar el libro La belleza desarmada de Julián Carrón en Girona junto con Antoni Puigverd, aceptamos la invitación con un punto de vértigo. A medida que iban pasando las semanas, vimos que en realidad se trataba de ingenuidad… En Girona, la única familia del movimiento somos nosotros, y no deja de tener un punto atrevido querer poner delante de nuestros conciudadanos Aquello que nos hemos encontrado y que desde hace unos años nos empuja a mirar nuestra realidad –nuestra circunstancia– de modo diferente.

Imprimimos tarjetones y posters y nos pusimos al trabajo. Reserva de sala, listado de contactos y conocidos a quien avisar, el contacto del obispo y del ayuntamiento… y toda una lista de tareas a resolver. La comida de preparación que hicimos con Antoni, Jorge, Anna y Laura fue solo el primero de los regalos. El tiempo pasó volando, ¡terminamos la comida a la hora de cenar! Hablamos de la vida, del movimiento, de nuestra sociedad, de Girona, de nuestras conversiones… con una familiaridad que tenemos claro que solo viene dada por Otro.

A partir de ese momento, salimos de casa para contar nuestra experiencia con el movimiento y por qué valía la pena escuchar a Carrón. Y nos movimos solo con la certeza de lo que uno vive. En Girona hay gente que conoce el movimiento, y muchos otros que no. Pero cuando cuentas que lo que nos dice Julián es para todos, porque habla de la necesidad del hombre y su libertad, hay quien nos empieza a preguntar más sobre el libro y sobre el movimiento, y sobre nuestra experiencia. Hemos tenido encuentros preciosos con curas de parroquia a los que ni siquiera conocíamos, y hemos terminando hablando horas de cómo solo el Señor responde a la vida; con catequistas de pequeñas parroquias que tienen la conciencia que les falta una compañía; con padres de familia que se comprometen a animar una misa semanal con cantos y lecturas. Vecinos, amigos, amigos de nuestros padres. Profesores y antiguos profesores que perciben la emergencia educativa con una pregunta abierta. Valientes profesores de religión. Dos días antes de la presentación del libro, ya comentábamos que, aunque la presentación al final no pudiera celebrarse, el Señor ya se nos había dado en un montón de experiencias que nos ayudaban a nosotros a caminar. Teníamos claro que, ante las preocupaciones mundanas de la vida cotidiana, cerrarse a resolver problemas no conduce a ninguna parte. Solo la apertura al imprevisto que viene de fuera de nosotros permite salir de uno mismo, y volver a ver el día a día con una perspectiva nueva.

Y llegó el día. Comíamos juntos un grupo de amigos en casa con Antoni y Julián antes de la presentación. Fue una comida donde el diálogo que floreció después en la Casa de Cultura ya empezó a darse entre todos nosotros, era la vida misma lo que se puso encima de la mesa. Fue una jornada fantástica, pero no por todo lo que hicimos o incluso por lo que se dijo, ni en casa ni en la presentación. Fue fantástico porque fue claramente un signo de Otro; el diálogo entre gente de procedencia y perfil distintos, con un deseo claro y una necesidad viva, porque todos estamos hechos de lo mismo. Quién nos iba a decir a nosotros, que hace siete años volvimos a vivir a la ciudad que nos vio nacer, que seríamos testigos del encuentro entre Julián y Antoni en nuestra propia casa. ¡Con lo preocupados que estábamos en su momento de vivir en un sitio sin comunidad del movimiento!

Después de la presentación, quedan en nuestras manos unas amistades a cuidar y un profundo agradecimiento. Amistades que, siendo solo incipientes, uno ya intuye una certeza en ellas. Cafés y comidas por celebrar, porque las provocaciones lanzadas por Julián en el libro son muchas; pero al final todos queremos vivirlas, no solo leerlas. Y que sean de verdad en nuestra vida. Y nuestra experiencia nos dice que el Señor siempre se sirve de la compañía para que esto sea posible.

Rosa Mª Alsina y Lluís Formiga