La sorpresa de un pueblo

La pequeña comunidad de CL cuenta lo que está pasando en ese «trocito de Europa pegado a Sudamérica». Las protestas, las barricadas, el cierre de negocios y escuelas, y la preocupación ante el futuro

Queridos amigos:
Queremos contaros qué está pasando en el país que nos ha acogido y donde está creciendo nuestra pequeña “escuálida” comunidad.
Desde hace un mes, la Guyana francesa, un trocito de Europa pegada a Suramérica, está parada: escuelas, despachos, negocios… todo cerrado.
Varios colectivos se han unido para protestar contra el gobierno francés denunciando el estado de degradación y retraso del país.

Empezaron construyendo la primera barricada en la calle que lleva al Centro Espacial Europeo para construir luego muchos otros, bloqueando todas las entradas a la ciudad: aeropuerto, puerto y periferias.
Sus exigencias son legítimas: piden más seguridad, un hospital público en Kourou (sede de la prestigiosa base espacial civil, la más importante del mundo), fondos para el crecimiento económico de un país que atraviesa graves dificultades… Sin embargo, esta situación de bloqueo ha creado varios problemas. Empiezan a escasear la comida, el agua y el combustible. Las existencias empiezan a agotarse tanto en las tiendas como en las gasolineras.

Al principio, todo esto nos enfureció. No podíamos ir a clase y nos sentíamos enjaulados. Luego empezamos a sentir el deseo de entender mejor qué estaba moviendo a toda esta gente. Empezamos a invitar a cenar a casa a nuestros amigos e incluso a visitar con ellos el corazón de las protestas.

Fue así como nos dimos cuenta del prejuicio que teníamos hacia este pueblo. Pensábamos que aquí era casi imposible organizar una marcha pacífica como la que hicieron en Cayenne y Kourou. Nos ha llegado de asombro su determinación y unidad al moverse. Y eso que el pueblo guayanés es una mezcla de varias etnias: criollos, brasileños, haitianos, amerindios… En las barricadas parece más bien que estás en una fiesta continua, con cantos, bailes, comida juntos. Por no hablar de los episodios de solidaridad: comerciantes que llevan agua y comida a los manifestantes, profesores que organizan cursos… Estamos asistiendo a la movilización de un pueblo.

Concretamente, nos ha llamado la atención la conciencia que tienen de su necesidad. Son conscientes de que ninguna revolución es posible si no les acompaña el Señor, hasta el punto de que todos los días rezan juntos y a menudo se celebran misas en las barricadas. Hasta el obispo se ha puesto al lado del pueblo guayanés y ha invitado a todos a rezan y reflexionar sobre el papel que cada uno de nosotros puede tener en el cambio de este país, señalando que «el Señor no deja de estar presente en todo lo que sucede. Pidámosle juntos la conversión profunda de todos los corazones para construir una Guayana unida donde los niños puedan crecer sin miedo».

Giovanni, Lucia, Carlo, Ilaria, Gaby (Kourou)