Su abrazo después de la sacudida

Experimentar Su abrazo tras el terremoto

Las sacudidas han sido largas, fuertes y reiteradas. Gracias a Dios, la primera causó tanta alarma que, en las localidades más afectadas, casi todos ya estaban fuera de casa cuando llegó el segundo seísmo, de magnitud 5,9.

Mientras iba de camino a la conexión con la Escuela de comunidad de Carrón, no dejaba de pensar en la cantidad de llamadas y mensajes que había recibido. Una de las primeras en buscar noticias mías fue Alejandra, desde España, y yo me preguntaba: «¿Pero cuál es el problema?». Exactamente la misma pregunta que Carrón le hizo a ella, gravemente enferma de cáncer, cuando se vieron y ella le contó sus miedos ante el avance de la enfermedad. Después de dos horas del terremoto, mi conciencia despertó.

La Escuela de comunidad fue otra “sacudida”
y ahora deseo que esta conciencia que se ha despertado en mí dure, y que san Emigdio nos proteja del terremoto y de la muerte repentina.

Esta mañana he seguido recibiendo mensajes y llamadas, ya desde las ocho. Entre ellos, uno de un número desconocido, que me hizo pensar: «¡Solo falta que me entre un virus!». Pero la foto del contacto me inspiraba confianza, así que lo abrí y leí:

«Querida Elisabetta, me llamo Daniele y he leído tu información sobre los amigos de Camerino (que están vivos pero han perdido su casa) en el chat de Alejandra. Hace veinte años fui de voluntario por el terremoto en Serravalle di Chienti y aquella tierra se me quedó grabada en el corazón. Quería pedirte que me avises si decidís emprender alguna iniciativa para ayudar a tus amigos. ¿Sabes qué me ha animado a escribirte? Lo que has dicho: “¿Qué nos está pidiendo Jesús en esta circunstancia? Y también mantengo viva la pregunta que Alejandra ha hecho suya: ¿pero cuál es el problema?”. Has dicho (mucho mejor) lo que habría escrito yo, que a pesar de mi límite me sigo fiando de este grito que llevo dentro desde que era joven». Y añade luego: «Estos son los recursos de los que dispongo: 1) No tengo mucho dinero, pero tengo muchos amigos; 2) Tengo una caravana; 3) Tengo un grupo de música que (modestia aparte) está bastante reconocido y podríamos hacer una gira gratuita por Camerino por si se te ocurre algo».

Entonces, yo no sé qué me pide hoy Jesús, pero su abrazo ya lo he experimentado.

Elisabetta, Macerata