Secundando el deseo que Otro pone en nosotros

La presentación del manifiesto “La aventura de encontrar al otro también en política” en Tenerife

El miércoles 15 de junio, en el Real Casino de Tenerife, se presentó el manifiesto “La aventura de encontrar al otro también en política”, con la participación de José Miguel Ruano León (Coalición Canaria, diputado y portavoz en el Parlamento canario), Isabel García Luis (candidata electa al Senado por el Partido Popular) y Gloria del Pilar Gutiérrez Arteaga (PSOE, ex consejera de Empleo del Gobierno de Canarias).

Para mí la presentación del manifiesto ha sido un bien enorme. En primer lugar, porque me ha hecho evidente la discreción con la que actúa el Señor, como nos dijo Carrón en Ejercicios. Y lo digo porque la presentación pública del manifiesto nació de un modo discreto, al reconocer el deseo que se abría en nosotros de proponer “al mundo” el manifiesto de CL sobre las elecciones, y poder confrontar con quien fuera lo que allí se decía. Esto no surge por querer organizar algo, sino por la necesidad de compartir aquello que me salva cada día. En el momento en el que confronté este deseo con Lourdes, que es una de las personas que el Señor ha puesto en mi vida como compañía hacia el destino, comenzamos a concretar el modo de hacerlo, personas a las que invitar, etc. Así contactamos con otros amigos que se adhirieron a la propuesta y se llevó a cabo el acto. Diciendo sí al deseo que Otro hace surgir en nuestro corazón, comenzamos a movernos, y no lo hacemos solos, esta es la segunda cosa que se me ha hecho evidente: este gesto pudo hacerse por reconocernos parte de un mismo pueblo.

Hubo momentos en los que yo decaía. Faltaba un día y solo contábamos con un asistente de los cinco invitados. Envié un mensaje a todos los que se habían sumado a la propuesta. Cinco minutos más tarde recibo una llamada que de nuevo me hizo consciente de que nada estaba en nuestras manos, sino en las Suyas que son las que van haciéndolo todo, nosotros damos nuestro sí, un sí que se renueva a cada paso del camino (como bien pude comprobar), que no siempre es inmediato, pero Él no deja de invitarnos una y otra vez a dárselo de nuevo, a mover nuestra libertad. A raíz de esa llamada, comenzaron a llegar mensajes de mis amigos diciendo que siguiéramos. En poco más de dos horas pasamos, de tener confirmado a un asistente, a tener confirmados cuatro. Eso sí, una vez que tuvimos la confirmación de los cuatro políticos, nos llegó la confirmación de que nos quedábamos sin lugar para celebrar el gesto. Y de nuevo nos pusimos en movimiento, todos juntos, hasta que por la tarde encontramos un lugar que nos acogió.

Por la tarde, el moderador del acto nos pide que le ayudemos a preparar la intervención, las preguntas, etc. De nuevo me doy cuenta de cómo lo que dice el manifiesto es para cada uno de nosotros en toda circunstancia por la que atravesemos, no solo para las elecciones, sino para el aquí y ahora, concretamente cuando dice: «El encuentro con el otro es la condición indispensable para que la verdad de mí mismo, que siempre es relación, se despliegue. Y esta experiencia se abrirá paso en la medida en que reconozcamos nuestra necesidad: necesidad de compañía, de construir juntos, de preocuparnos por el bien de los demás, de amar y ser amados, de abrazo en nuestro error, de significado en el dolor».

Ahí estaba condensado el recorrido que he hecho en estos días, que en el encuentro con el otro sale la verdad de quién soy: una que no puede caminar sola en la vida, que sabe que necesita de los otros para construir, que se mueve por un deseo de bien para los demás, que necesita ser abrazada cuando tropieza con su propio límite. Doy gracias porque la presentación del manifiesto me ha hecho comprender esta frase en acto, y me ha abierto de par en par el deseo de comunicar a todo el mundo aquello que he encontrado (o más bien, Aquel que me ha salido al encuentro), que me permite mirar la vida como un gran don que merece la pena ser vivido en toda su plenitud secundando el deseo que Otro pone en nosotros para conducirnos hacia nuestro destino.

Chiqui