Una velada de cantos durante las vacaciones <br>de Gs Pennsylvania.

Esperando el autobús para ser libre

Irse de vacaciones y descubrir que desear la misma belleza te hace amigo incluso con gente que acabas de conocer

Vivo en Jersey City, una ciudad cerca de Nueva York, y estudio el cuarto año de liceo en Estados Unidos. Hace casi una semana fui a las vacaciones invernales de GS, donde participaban jóvenes de Nueva York y de otros estados norteamericanos. Al principio no sabía si ir o no. Solo había ido a dos encuentros en Manhattan y no conocía bien a los chicos del grupo. «Si no lo tienes claro puedes plantearte no ir», me dijeron mis padres desde Italia. Pero dentro de mí sentía la necesidad de ir, no quería arriesgarme a perder lo que percibía como una ocasión de bien, así que decidí apuntarme.
El punto de encuentro para salir era Staten Island, a una hora de mi casa. Puesto que nadie de GS vive cerca de mí, no podía pedirle a nadie que me llevara. Fui a Manhattan y esperé con un frío horrible, cargada con el equipaje, a un autobús que nunca llegaba. Mientras tanto, pensaba: «Y si luego ni siquiera vuelvo contenta, ¿quién me habrá mandado?». Volví más que contenta. Siento como si me hubieran despertado. He encontrado el bien y la belleza que esperaba. Los cantos, la oración, los encuentros, los juegos... todo era hermoso, todo era verdadero. Aunque no conocía muy bien a los que me rodeaban, sentía que éramos amigos. Quizás porque deseábamos la misma belleza.
Lo que más me llamó la atención fueron los cantos. Es increíble cómo cantar puede unir a la gente. Algunos cantos llegaron incluso a conmoverme, suscitaron en mí esa tristeza dulce que no es propiamente tristeza sino nostalgia y necesidad del abrazo de Dios. "For freedom, set free" (la libertad os hará libres) era el lema de las vacaciones. Nos dijimos que ser verdaderamente libres es adherirse a lo que es verdadero. Eso es lo que yo quiero: vivir el presente y amar la realidad.

Carolina, Pennsylvania