De vuelta a Sidney más contenta y cierta

Tras las vacaciones de la Masella, se puede volver a Sydney más contentos y más ciertos

Hola amigos: Una vez ya regresada a Australia y habiendo superado el jet lag, me dispongo a escribiros este mail para agradeceros las vacaciones de la Masella. Mi amiga Pilar me dijo que escribiera un testimonio para Huellas pero mis aspiraciones no son tan altas y, además, yo soy de ciencias y esto de escribir...
Lo que quería es, simplemente, daros las gracias. Daros las gracias porque sé que este año habéis hecho un gran esfuerzo por aumentar las plazas y sé que, si no fuera por eso (y por la ayudita de algunos buenos amigos), mi marido Xavi y yo no hubiésemos entrado. Viviendo tan lejos, necesitábamos estas vacaciones más que el agua que bebemos y de verdad que me fui muy agradecida.
Tengo que felicitaros por la organización, de verdad que no se notaba que éramos más de 450 personas, quizá un poquiiiiiiito en el comedor –tampoco lo voy a negar– pero el orden en general de todas nuestras vacaciones es algo que si uno no lo ve, no lo cree, porque no es nada obvio. Todos los gestos, los laudes, las actividades, los juegos, los cantos, etc. estaban tan bien cuidados... Uno no podía más que levantarse por la mañana y dar gracias por dónde estaba y, a lo largo de los días, mi corazón se fue llenando de alegría.
Hay que decir que yo venía con la posición privilegiada del mendigo y no me fue difícil empaparme de todo como una esponja, cuando uno está con el corazón abierto... Pero, ¡qué 200% de alegría recibió éste mi corazón! Ver a los amigos que hacía un año o más que no veía, compartir mis/nuestras inquietudes y situación actual –personal, matrimonial y familiar– con los amigos más cercanos, conocer nuevos amigos de Madrid u otros sitios, conversaciones muy interesantes con unos y con otros, testimonios como el de los amigos de Cometa, excursiones bellísimas como la que hicimos al lago, ver a los niños todo lo que han crecido y lo “bien” que se portan cuando, como los mayores, tienen algo más grande delante y, simplemente, siguen...
Hablando de niños, me fascinó cómo los chavales se hicieron cargo de los pequeños para que los padres pudieran ir a los actos comunes. Un momento que me impactó mucho, también, fue cuando nos reunimos para rezar el rosario por Nico. Los chavales entre 10 y 16 años se tuvieron que quedar fuera esperando si había sillas o no para ellos y entraron al final cuando los adultos ya estábamos todos colocados. Cuando “anunciaron” que entraban los chavales recuerdo que me di la vuelta y me dio un vuelco al corazón... chavales de 10 y 12 añitos y, todavía “peor”, de 16 –que se supone “deberían” estar pensando en discotecas más que en otras cosas– ¡se unían a nosotros para rezar un rosario! Habrían podido quedarse fuera, donde había un altavoz, jugando al fútbol o a lo que fuera… pues no tenían ninguna necesidad de estar en esa sauna rezando una oración que no es precisamente corta. Sinceramente, creo que es de otro mundo.
La ayuda de José Miguel, cómo no, ese día y todos los días de las vacaciones. Es una gran suerte tener a esta gente, este lugar, estas vacaciones... que, juntamente con el resto de semanas que estuvimos en España, hicieron que sucediera otra vez, me hicieron verme a mí en acción, en primera persona, hicieron que mi humanidad se renovara y que haya vuelto a Sidney más contenta y cierta, queriendo más a mi marido y a mis amigos, y con la confianza y la esperanza puestas en el Señor para que, a través de Él, intuyamos o reconozcamos los pasos que tenemos que ir dando en nuestra vida.
¡Que tengáis un muy buen inicio de curso y hasta el año que viene!

Anna