Queridos amigos:
Hace justo dos años cayó entre mis manos, casualmente, este proverbio japonés: «En la profundidad del otoño, igual que ante un terremoto, miro al que está a mi lado y me pregunto: ¿qué es el hombre?».
Ayer recordé esta frase cuando, como todos, sentí toda la impotencia y fragilidad que nos caracteriza y nos hiere ante la aparente arbitrariedad de la fuerza de la naturaleza.
Sin embargo, para quien ha recibido la gracia de la fe, el cosmos, con su belleza pero también con sus horrores, remite al Misterio. Hay un punto de fuga inexorable hacia el Misterio.
Es verdad, somos frágiles, impotentes. Pero confiados, salvados, acompañados, abrazados por aquel que nos ha hecho y no nos abandona.
Rezamos los unos por los otros.

Gracias a Dios, nuestros amigos de La Serena y Viña del Mar están bien.
Un afectuoso saludo,

Padre Martino