El Papa Francisco en Manila.

Una humanidad que se hace cargo de nosotros

Visita de Papa Francisco a Manila. Es necesario dejarse evangelizar por los pobres, es decir, ser nosotros también mendigos delante del Señor.

Salí de Manila por motivos laborales justo un día antes de que el Papa llegara. Francisco llegó y se fue, mientras yo estaba fuera. Estoy triste por no haber podido estar presente en persona y verlo en vivo, pero seguirlo por televisión siempre que podía no ha disminuido el valor de los mensajes y lecciones que nos ha dado a todos los filipinos.

De cualquier modo, ha tocado el centro de nuestro ser con sus homilías, tan sencillas y al mismo tiempo tan potentes. Ha llorado con nosotros recordando la tragedia que sacudió a miles de personas durante el tifón Haiyán el año pasado. Nos abrazó calurosamente cuando una niña le preguntó por qué Dios permite que sucedan cosas malas a los niños. Mostró una humanidad que abraza y se hace cargo de nosotros hasta el fondo.

De las muchas cosas que dijo sobre que deberíamos hacernos cargo de los pobres, me ha llamado mucho la atención que nos haya pedido «aprender a ser evangelizados» por ellos.

¿Cómo es posible dejarse evangelizar por los pobres? Me pregunto cómo puedo yo aprender de los pobres lo que es el Evangelio de Jesús. Cuando piensas en los pobres, te viene a la mente su necesidad, su carencia, su privación. Soy yo la que da a los pobres, no al contrario. Piensas en los pobres como mendigos a los que ayudar, como alguien cuya carencia puede ser cubierta por tu generosidad.

Pero el Papa Francisco me ha abierto los ojos con esta frase tan fuerte. Los pobres solo pueden evangelizarte si tú ves a Cristo en ellos. ¿No será que debemos ser también nosotros mendigos, como ellos, delante de Dios, necesitados y privados de todo lo que es importante para vivir? ¿No deberíamos sentir el dolor que sienten ellos, con su total dependencia de la providencia de Dios, cuando vivimos vidas superficiales, rodeados de todas las comodidades que el mundo puede ofrecer? ¿No sentimos su soledad, traicionados por la gente y por la sociedad, buscando dócilmente la luz de Dios que nos ilumina y enjuga nuestras lágrimas?

Gracias, Papa Francisco, por haberme hecho entender para qué vine a Filipinas: para mostrar la caridad auténtica y la compasión por los pobres, puesto que ellos me traen a Cristo, son verdaderos portadores del Evangelio en sus vidas.

No he llegado a verle en persona, Santo Padre, pero he sentido su abrazo con sus palabras de amor. Siempre estará en nuestras oraciones, y le pedimos que sus oraciones lleguen a todos nosotros, hasta aquí, en Filipinas.

¡Mabuhay ka, viva el Papa Francisco!

Malou (Manila)