Jóvenes ensayando para el concierto.

Que nada de esto pase

EncuentroMadrid, la prueba de acceso a las becas Europa, el concierto de Marcelo Cesana... el común denominador: el deseo de vivir en santidad.

La alegría y la tristeza que luchan dentro de mí en estos momentos, son tan grandes que sería un grandísimo pecado no escribir. Si no escribo las cosas tan impresionantes que me han sucedido esta semana y este fin de semana, no las interiorizo y pasarán por mí como un sentimiento más.
Yo soy un ser humano, pequeño e insignificante. Mi debilidad no puede salvar a nadie. Mi debilidad no puede sacar adelante a una familia. Mi debilidad no puede hacer que mi novio esté siempre a mi lado. La creencia de que valgo por la cantidad de cosas que hago bien, por lo guapa que soy o por lo que aparente, es una creencia traicionera y falsa.
Le conté a César que tenía este gran problema con mi carácter y mis pensamientos y me dijo: «Es bueno que tú existas, no importa quién seas o lo que hayas hecho. Lo único que importa es que eres amada. La fe es reconocer esto».

Empezó el EncuentroMadrid, y yo ya tenía sed de Cristo. El primer día llegué sobre las seis. Y a partir de ahí estuve dando una vuelta esperando que mi turno de barra empezase. A las ocho empecé a currar. Ya es increíble sólo ver el esmero que se le pone a las cosas, el cuidado con cada cosa que se hace, el orden, siempre necesarios para poder construir algo hermoso como es el EncuentroMadrid. A cierta hora, empezó el concierto de los Beatles mientras yo seguía en la barra. Así que mientras servíamos bailábamos, con alegría de estar allí. A las doce nos fuimos a casa toda la familia, cansados pero alegres.

Al día siguiente, a las nueve de la mañana, el padre de un amigo nos llevó a la prueba de acceso a las becas Europa y me engañaron. Cuando terminó la prueba, nos contaron que nosotros éramos la excelencia de España y que debía ser potenciada. Nobles ideales, pero no tan nobles si se llevan al extremo. En ese momento me crecí, consciente de que era de lo mejor y que sacaría adelante al mundo. Pero menos mal que hablé con el padre de mi amigo, que me comentó el problema que a veces había en esa universidad. Era algo elitista, y si la excelencia se potenciaba, a veces el resto se desechaba. Comprendí que no siempre las mejores personas son las que salvan y guían a la humanidad. Que esa empresa no podría yo llevarla a cabo, porque mis fuerzas humanas son limitadas.

Después nos llevó al EncuentroMadrid, y allí vimos la exposición hecha para los niños sobre una aldea medieval. Es interesante ver cómo se refleja ese tipo de vida en cómo vivimos en el cole. Un lugar de oración, de estudio, de cocina, donde cada uno desempeña su función pero todos se ayudan unos a otros. Es también de ese modo como se lleva a cabo el EncuentroMadrid. Después comí con unos amigos, y de allí nos dirigimos a la carpa, donde se iba a dar una conferencia sobre Les Veilleurs.

En Francia, declarada una patria laica, está prohibido reunirse en la calle siendo grupos religiosos. Y este grupo de jóvenes franceses lee en las calles y hace vigilias de cantos, de poesía, de lectura de textos históricos, para expresar la comunidad de un pueblo y sus raíces, para entenderse uno mismo. Para no sucumbir ante los poderes que ahora reinan, que realmente imponen, para no dormirse y sucumbir ante ello. Por eso es tan importante el estudio, para conformar a la persona en su uso de la razón. Para no dejar que las mentiras del tentador mundo nos lleven. También se comentó la importancia de no dejarse aplastar, que lo que parece un imposible (como es reunir a las personas para descubrir esto) es posible, y puede cambiar el curso de la historia. Con sólo cambiar el corazón de un hombre ya habrá cambiado la historia. La otra cosa importante es que tengamos en cuenta siempre lo que se puede destruir, porque la libertad para reunirse en la calle es algo que aquí en España nos parece obvio y no está prohibido, pero en Francia sólo al perderlo han comprendido el tesoro que es.
Tras ver esta apasionante conciencia, fuimos al showcooking, donde los de “Un inicio para todos” contaban su experiencia a la vez que cocinaban y servían una tapa. Allí también fui consciente de lo pequeña que era y del gran camino que me quedaba por recorrer, las cosas tan grandes que me quedaban por vivir. Tras eso vi una exposición sobre la madre tierra y me maravillé de las cosas tan increíbles que había en el mundo y que nos quedaban por ver.

Aquella noche fui con mi novio a un concierto de Marcelo Cesena, de piano. El pianista tocó en primer lugar uno de mis nocturnos favoritos de Chopin, que justo llevaba toda la semana escuchando y estremeciéndome con ello. Disfruté muchísimo del concierto, hasta llegar a la "gota de agua", mi pieza favorita. Que expresa cómo el corazón permanece siempre en la vida del hombre, su deseo (esa nota dominante) nunca muere, viva en el momento que viva. Contó historias muy interesantes sobre como él tocaba el piano, pero una me conmovió especialmente. Un amigo que iba a casarse le pidió que escribiese una canción al piano para el día de su boda sobre el amor entre él y su novia. Y lo que escribió me respondió muchísimo al problema que vivimos nosotros por nuestras diferencias de carácter, de familia, sociales, económicas.
Escribió esta obra para sus amigos. Donde las dos primeras notas los representaban a él y a ella. Y sonaban muy disonantes, porque había cosas muy diferentes entre ellos. Pero entonces se añadía la nota que representaba a Dios, que junto con las otras dos notas formaban un acorde muy bonito. Y él decía que, pese a las diferencias entre ambos, la presencia de Dios era la que hacía posible la relación, como algo hermoso y duradero. «Muchas veces tenemos miedo de la disonancia con la persona a la que amamos, pero no comprendemos que la disonancia conforma a la melodía, y es necesaria para formar un acorde hermoso. La disonancia es parte de la melodía».

El domingo por la mañana tuvimos un encuentro con Gregorie, encargado de una asociación que acoge a enfermos mentales de África, donde son repudiados porque piensan que están poseído por el demonio. Aquí, mis notas del encuentro:
«Rezad por ellos porque ya han sido demasiado olvidados. Todo cristiano debe acudir a la construcción de la iglesia poniendo su propia piedra; ¿qué piedra puedes poner tú?
El Jesús que buscamos está en las personas enfermas de nuestro alrededor. La oración nos sostiene en nuestra tarea de cuidar el mundo. Juntos rompamos las cadenas, la oración es lo que acompaña. Porque Dios tiene todo lo que necesita para ocuparse de estos pobres.
Qué frustración el ver que no todos los hombres son conscientes de la miseria humana, pero ahora con vuestra ayuda sé que Dios proveerá la ayuda necesaria para estos pobres.
¿Cómo olvidarse de uno mismo para darse al otro? Cuando uno comprende dónde reside la verdadera felicidad es capaz de olvidarse de uno mismo. (Rezar para que pueda llegar al ocaso de la vida sin olvidarse de los enfermos y de no introducirse en sí mismo. Que Dios le aleje del orgullo, para nunca decir: Mira Gregorie lo que has conseguido. Porque yo no he hecho nada. ¿Cómo si no un hombre que nunca ha estudiado, un pobre reparador de neumáticos, ha conseguido poner una cosa en pie que médicos y psiquiatras quieren tomar como modelo? A través de ese dolor que siente ante la gente es como se sensibiliza ante el mundo y puede actuar y ayudar. Cuando os ocupáis de las cosas de Dios, Dios se ocupa de todo el resto, de todo lo que está detrás de vosotros, todo lo que hagamos para el mundo sirve para el resto de personas».

Tengo que dejar de escribir, aunque todavía me quedan algunas cosas que contar. Sin embargo no he querido dejar pasar la oportunidad de escribir esto. Porque Señor, yo quiero vivir en santidad. Quiero vivir la vocación que tú tienes preparada para mí (aunque tengo miedo y necesitaré de tu ayuda). Por eso no quiero dejar que ningún aspecto de la realidad de este calibre pase por mí sin ser una experiencia. Con estos escritos y con mi presencia en el EncuentroMadrid es como yo digo: “Sí te amo Señor. Sí quiero vivir junto a ti, me abandono en tus brazos”. Y con ello, el resto de la vida Él lo cubre y se hace cargo.

Carta firmada