Los mismos signos, al otro lado del mundo

La propuesta de don Giussani de vivir intensamente no cambia al cruzar la frontera de Colombia. Vivir lo cotidiano y las vacaciones reconociendo una total libertad y gracia.

El 31 de octubre de 2013 partí de Italia, después de dos años de una experiencia maravillosa. Con un fuego en el corazón que solo tiene explicación en la experiencia vivida con ustedes mis amigos, con algunos una amistad muy intensa, con otros una amistad apenas iniciada, partí con el ideal de no entender cómo otros (exactamente en mi ciudad Cali, específicamente mi familia) no supieran de esto y yo conociera este tesoro (un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo. Mt. 13,44 s.), partí con la verificación y con el reto de trasmitirlo a ellos: a mi ciudad, a mi familia.
Pero con el transcurrir de la vida cotidiana, tratando de seguir viviendo tan intensamente, como dice don Gius, como inicié a vivir en Italia, la primera reacción de mi familia fue: Male (de Maria Alexandra) está rara, está actuando extraño! ¿Qué sucede contigo?

Después de pasado un mes de haber llegado, busqué a una muchacha que vive el movimiento hace 10 años o más aquí en Colombia (pero en otra ciudad) y hace un año que vive en Cali. Hicimos una reunión con otro amigo y en el transcurso de un mes iniciamos la escuela de comunidad, ¡justo debajo de mi casa, en mi conjunto residencial!
Paralelamente, traté de explicarle a mi familia con palabras (y también viviendo) qué es el movimiento, qué estábamos iniciando a hacer abajo. Pero debido a diferentes experiencias difíciles en el pasado de mi familia con la vida y relaciones con otras personas, mi familia desconfía de otros. Por lo tanto no se fiaban de esta “comunidad o movimiento”, inclusive tuvimos algunas conversaciones en las cuales me advertían de tener precaución porque ellos no querrían que otras personas me pudieran hacer daño.
Todo continuó así, con la muchacha y otros dos amigos más seguimos haciendo la escuela de comunidad, de Bogotá sabía que las vacaciones de CL en Colombia serían en enero pero por cuestiones de dinero no podría ir. Además mi familia tampoco estaba muy de acuerdo con que yo fuera porque:
- El lugar fue La Vega-Cundinamarca (cerca de Bogotá, las comunidades más grandes de CL en Colombia están en Bogotá y Villavicencio).
- Para ir hasta el punto de las vacaciones, tenía que tomar un bus, 10 horas de bus. Y aquí la seguridad no es la misma comparada con viajar tranquilamente en Italia.
- No obstante, dije a mi familia, sobre todo a mi mamá, que el peligro existe en cualquier lugar. Es más, si teníamos que hablar de dónde yo podría estar más segura tendría que haberme quedado en Italia en lugar de venir a Colombia.

Después de esto, de todas formas no podía ir, parecían existir muchos inconvenientes, llamé al padre Marco (sacerdote responsable del movimiento en Colombia) para decirle que no podría asistir a las vacaciones, pero él me dijo: no importa el dinero para las vacaciones, tú debes venir y conocer la comunidad que vendrá a las vacaciones de CL. Después arreglamos lo del dinero, cuando inicies a trabajar y tengas el dinero nos lo puedes devolver… el dinero no debe ser un problema.
Después de eso, me di cuenta de que un amigo de Bogotá (Juan Sebastián, colombiano que como yo conoció el movimiento en Italia) con su esposa (Maria Laura, italiana) y su hijo (Gabrielle, los conocí en el Meeting de Rímini 2013) estarían en Cali para vacaciones de Navidad, justo antes de partir para las vacaciones de CL, y que ellos me podrían llevar al lugar de las vacaciones en coche.
Efectivamente, los signos para ir eran bastante claros.

Por lo tanto, después de conversar con mi familia y pidiéndoles confianza en mí y en las decisiones que había tomado hasta el momento, y explicándoles de nuevo que aquellas personas con quienes iba de viaje y conocería del movimiento son personas de bendición, me fui a las vacaciones.
Viajamos con Juanse, Mariala, Gabri y otra amiga llamada Lizeth, tres personas que parecían que fueran mis amigos de toda la vida. Después ya en las vacaciones, viví una experiencia fantástica. A la pregunta “¿cómo se puede vivir?”, para mí, como vivimos en las vacaciones, se debe vivir así cada día, como don Gius. El carisma que viví en Italia era igual aquí en Colombia. ¡Intacto! Pero con un factor de más. Lo estaba viviendo en Colombia. Con mi gente. Conocí personas maravillosas, hicimos cantos, juegos, eucaristía, bailes, hubo incluso amigos que enfermaron. Sucedió todo aquello que puede suceder en unas vacaciones de CL y en la vida cotidiana. Conocí desde italianos que vienen aquí a enseñar en el Colegio Italiano de Bogotá hasta colombianos que viven la experiencia del movimiento desde hace 24 años.
Durante y después de las vacaciones, todos me ofrecieron ayuda para mi búsqueda de trabajo, además estuve 3 días más en Bogotá pues Juanse y Mariala, con su generosidad y amor, me ofrecieron quedarme en su casa para conocerla y quedarme con ellos algunos días más, además ellos, junto con otro amigo llamado Iván, me ayudaron a concertar una cita con un ingeniero para mi búsqueda de trabajo (ingeniero del movimiento que trabaja en una importante empresa en Bogotá). Al final de todo, estuve contentísima, conocí la sede de CL en Bogotá y después volví a Cali.

Finalmente, entendí que esta amistad no cambia. Aunque yo esté en la otra parte del mundo. Porque es el mismo rostro de Jesús, que está presente allá en Italia y acá en Colombia. Presente 2000 años atrás y presente ahora. Se hace carne a través de esta amistad.

Cuando llegué a Cali de las vacaciones, le conté a mi familia aquello que me había sucedido, las personas maravillosas que conocí, se dieron cuenta de la generosidad y amor de estos amigos, de su preocupación por ayudarme en la búsqueda de trabajo; y sucedió el milagro más grande. Mi familia ahora está tranquila (todas las conversaciones y preocupaciones que ellos tenían con respecto al movimiento parece que hubieran desaparecido), tienen más confianza en aquello que estoy viviendo y en las personas que estoy encontrando. Por mi parte, quiero seguir viviendo así y rezo para que sea así siempre. En cada particular, en cada relación con cada persona, en cada circunstancia.

Aquello que antes intentaba con mi familia para hacerles entender con palabras o experiencia y que no lograba hacerles entender, Él se lo hizo entender a través de estas vacaciones, a través de estos amigos, todo fue 100% libertad, 100% Gracia.

Maria Alexandra Montua Valencia, Cali - Colombia