Verónica y Alver Metalli durante la presentación del libro.

Hermoso regalo para el alma

Crónica de la presentación de los “Cuentos raritos” de Verónica Cantero, una niña argentina con discapacidad, acompañada por su amigo el periodista Alver Metalli en una guardería de Buenos Aires.

Verónica Cantero Burroni visitó el colegio de nuestro hijo, Eugenio. Fuimos un día a casa de nuestros amigos, Cecilia y Gustavo, en Campana, y de ahí trajimos el cuarto libro escrito por su hija Verónica, de once años. Eugenio, que está en preescolar, quiso llevarlo a su salita y los chicos quedaron fascinados con los relatos de fantasmas de Cuentos raritos; así que con mi esposo Martín y yo organizamos todo para que Verónica fuera al jardín de infancia.
Justo antes de que terminaran las clases, vinieron Vero, su hermana trilliza, Lucía, y su mamá, Cecilia, junto con el periodista italiano Alver Metalli, que dos veces por semana fue a casa de Verónica para ayudarla a escribir. Tuvimos el encuentro en la planta baja porque Vero se traslada en una sillita de ruedas a raíz de un problema de movilidad que tiene desde su nacimiento. Alver nos fue introduciendo en la vida de los personajes de los libros de Verónica, que se inspiran en vivencias y personas que la rodean. Así, la familia de siete coatíes son ella y sus hermanos cuando fueron de vacaciones a la provincia de Misiones y “Tomás enamorado” su hermano mayor.
Los niños de cinco y seis años y la maestra recibieron a Vero con mucho entusiasmo, le hicieron preguntas, se sacaron fotos con ella y le regalaron los dibujos que hicieron de sus cuentos. De a poco se fueron agregando las autoridades del jardín y todos participamos en silencio de un momento muy alegre y conmovedor. Al terminar, la psicopedagoga de la escuela dijo: «Gracias por este hermoso regalo para el alma». A su vez, la directora quedó muy impactada por la belleza de Verónica y por la gran oportunidad que tuvieron los chicos de conocer personalmente a la autora de un libro tratado en el aula y hacerle preguntas, cuando el objetivo de la sala era tratar de pensar qué había querido decir el autor del cuento en su relato.
Los nenes pidieron ejemplares del libro Cuentos raritos, que tiene la foto de Alver entregándoselo al Papa Francisco. Vero donó sus cuatro libros a la biblioteca y les llevó a los nenes lápices de regalo. Una mamá me decía que su hijo había tenido el lápiz en la mano dos días y no lo soltaba porque había quedado muy asombrado de que una nena pudiera escribir así. Él, que acompañaba a su mamá a tratar pacientes con discapacidades y les contaba cuentos o dibujaba, no podía creer que Verónica en su condición fuera escritora. Y este nene, que es muy tímido, se puso a escribir un cuento, feliz de que Vero pudiera corregirlo. Como dijo Martín: «Fue un hecho de verdadero movimiento» y, como tal, fue totalmente desbordante.

Elena, Buenos Aires (Argentina)