En busca del sentido de la vida

Tres días en Rímini desde los ojos de un profesor. El descubrimiento que sale a la luz ante la alegría de los rostros de esos jóvenes «que quieren decir yo con todas sus fuerzas».

Queridos amigos, el Triduo Pascual de Gioventù Studentesca aporta algo inimaginable a la vida de un profesor: que Cristo sufra, muera y resucite es algo que interesa al hombre porque supone un punto de apertura al misterio que hace vibrar el corazón.

El Triduo de GS tiene ya una larga historia, viene de lejos. Y desde los primeros pasos de esta aventura fascinante que ha marcado y marca la vida de la escuela italiana, con este gesto don Giussani desafió siempre la libertad de los jóvenes para estar cara a cara con Cristo, pues sólo un gesto así despierta lo humano.

Toda la fascinación del Triduo, también este año, con estos jóvenes, vuelve a imponerse con toda su belleza. Mediante la guía de José Medina, con su sensibilidad atenta a cada pliegue de lo humano, vuelve a imponerse por lo que es, el testimonio de un Dios que mendiga al hombre, que le necesita. Que el hombre mismo lo busque y que lo encuentre dentro de su vida cotidiana.

Por eso el Triduo de GS, con todos esos jóvenes que quieren tomar en serio su vida, que no quieren perder un minuto de su tiempo, que están atentos a captar la ternura de Dios que se ha hecho hombre en el panorama de un mundo juvenil a menudo escéptico hasta el cinismo, por eso el Triduo habla de chavales que quieren decir yo con todas sus fuerzas. Y todo esto también es para mí, aunque cronológicamente ya no soy joven, como una ocasión para vivir intensamente detrás de la Cruz de Cristo, para abrir un hueco en el muro del aburrimiento y salir al ataque en busca del sentido del vivir.

Pasar así estos tres días, dándote cuenta paso a paso de que no es sólo algo para tus alumnos, sino una posibilidad para que yo pueda estar delante de Cristo con el drama de todas las relaciones que se dan en la escuela, para llevar bajo la Cruz el ansia de todos los días, la tensión que vibra en cada hora de clase.

Al estar cara a cara frente a Cristo, todo mi yo renace, una nueva e imponente ternura entra en mi vida: la ternura por la que Cristo subió a la Cruz. Es lo humano, que como un soplo de vida, mana de mi corazón y vuelve a lanzarme a la realidad con una certeza de positividad que viene de lejos y que hoy vuelve a conquistarme.

En los rostros alegres de estos chavales que miran a Cristo como la esperanza para su vida, yo encuentro hoy una nueva posibilidad de disfrutar de la mía.

Gianni, Abbiategrasso