Un imprevisto que rompe los esquemas

El Año de la fe con los alumnos

Durante la clase, a la vuelta de las vacaciones de carnaval, les cuento a los chicos de 4º que he estado en Roma estos días y que nada más llegar el Papa había anunciado su renuncia; les cuento cómo este hecho había cambiado totalmente mi viaje, y de cómo el imprevisto es el modo en que el Misterio se hace notar en nuestra vida cuando todo lo tenemos ya programado y la vida queda encerrada en nuestro esquema. «El imprevisto - les digo - nos obliga de alguna forma a abrirnos a algo más grande que espera el corazón».
Termina la clase y los alumnos van saliendo. Laura se queda dentro esperando a que todos se vayan y se acerca a mí. «Profe, ¿puedo hablar con usted?». «Acerca de lo que explicó en clase, me ha surgido una pregunta, porque han ingresado a mi tía en el hospital, tiene una enfermedad grave y ahora la tienen en aislamiento y ni siquiera puedo verla. Es como un imprevisto doloroso». «Laura - le pregunto - ¿qué produce en ti este imprevisto?, ¿qué te obliga a pensar?». Laura titubea y responde: «Que mi tía viva, que sea para siempre». «Es decir - continúo yo - que en este imprevisto doloroso hay Uno que sale a tu encuentro para ensanchar tu razón, abrir tu esquema de la vida, y mostrarte realmente de qué estás hecha y para quien estás hecha. Ahora tienes que decidir si das credibilidad a tu propio corazón y esto que te sucede es una ocasión, o si es solamente otra desgracia en tu vida que hay que intentar olvidar».
Laura sale con otra cara de clase; en su tristeza y preocupación ya ha entrado en relación con Alguien.

Andrés Bello