Mi experiencia en el encuentro DF 2013

Breve crónica de la experiencia en el encuentro DF en México

Nunca había asistido, desde hace un año me quede con las ganas de ir, no sabía que era abierto y pensaba que sólo iban universitarios. Este año me propuse ir, quería vivir la experiencia de algo desconocido para mí, aunque la filosofía del movimiento la conozco.
Una semana antes pedí doblar turno en mi trabajo para poder faltar el primer día y asistir al encuentro, y así se me dio por gracia de Dios. Anduve buscando por las redes sociales de internet quién iba desde Oaxaca y finalmente Mariana Zetina me respondió y con ella me organicé para ir.
La aventura inició desde el día primero que viajamos a México y yo no tenía a dónde ir, y no cabe duda de que la confianza en Dios (fe) y la buena disponibilidad de quienes tienen tus mismos ideales te ayudan a encontrar el camino, pues de la terminal llamamos a ver si alguien me iba a recibir en su casa o si me recomendaban un hotel cerca, pero mi teléfono ya no tenía batería y no podía comunicarme, gracias a Dios no me desesperé, venía confiada en que se resolvería.
Tomamos un taxi y decidimos ir directamente a Donceles. Al llegar hablé con Javi y Mauri y lo primero que recibí fue el abrazo de quien más nos ama a través de ellos, pues con espontaneidad y alegría lo primero que hicieron fue llamar a su abuelita para que me diera un espacio, tuve la mejor experiencia de mi vida.
Mauri dijo que se quedaría a dormir en casa de su abuelita para acompañarme al otro día al evento y así fue, lo que yo desconocía era que no había otra cama y que él se sacrificó por mí durmiendo en la alfombra de otra salita (yo no me percaté de esto hasta el domingo).
Debo confesar que yo vivo sola y trabajo para salir adelante, quejándome a veces de que ya me canso de trabajar, pero al mismo tiempo dando gracias a Dios de que tengo trabajo y un trabajo que me gusta, pero Dios no se equivoca y todo sucede para algo siempre bueno, pues la abuelita de los que ahora son mis amigos Javi y Mauri está delicada, ella está más sola que yo y cuida a un hijo con una capacidad diferente, usa andadera, no puede subir escaleras, se para con dificultad y es toda una artista. Cuando tuvo oportunidad pintó todos los cuadros que hay en su casa, de una belleza incalculable, son preciosos y todos con diferentes técnicas donde se deja ver su gran sensibilidad. Ella me hizo recapacitar sobre cuánto me hace falta madurar, qué mujer tan valiosa, una persona que sí da testimonio de su fe y su amor, lo platico y se me llenan los ojos de agua dándome cuenta de mi pobreza.

El Encuentro para mí fue algo muy valioso, los ponentes son personas que realmente viven a Cristo: son profesionales en lo que hacen pero a pesar de tantos estudios y de ser eminencias, tienen mucha sencillez. Yo desconocía muchas cosas de la carta pastoral y ahora tengo mucho interés en saber más; definitivamente, como allí se dijo, “no hay educación sin evangelización”. Y también se habló de la necesidad de cambios profundos inevitables, que “como comunidad de creyentes habremos de ponernos manos a la obra”.
Definitivamente podremos comunicar algo no sólo hablando, sino con nuestra propia vida. Hay que educar la conciencia, no dar por supuesto lo visto, verificar siempre como algo nuevo y abrir las ventanas de la razón, siempre atentos al momento adecuado. Todo esto sólo lo podemos hacer mirando a Cristo. Se habló del Año de la Fe y de la persona. Definitivamente, hay mucho que aprender cada día y no sólo en los libros, sino de quienes tenemos frente a nosotros y no los vemos.
Al terminar, el domingo fuimos a misa de doce a la Villa de Guadalupe, fue una experiencia maravillosa, a pesar de la diferencia de edades, todos nos acoplamos muy bien, hicimos un buen equipo, yo aprendí algo nuevo de la basílica que nos explicó Javi sobre el Cristo que se encuentra en la entrada y al salir Irene nos habló de la imagen de la Virgen, fue algo inolvidable para mí, todos llevábamos esa alegría que sólo Cristo nos puede dar. La homilía estuvo hermosa, yo me grabé una frase que dijo el sacerdote: “atrévete a dar el paso a la manera mía” (la de Cristo).