Coldplay, el Real Madrid y nuestra racionalidad

El Año de la fe con los alumnos

Hace décadas, decir que la alternativa a Cristo es la nada me podía parecer una hipérbole dialéctica. Hoy la cosa es tan palpable que cada clase se convierte en una lucha tremenda para despertar lo humano y dar testimonio contra la irracionalidad que supone renegar de nuestras preguntas y exigencias más naturales. En una clase de 4º los alumnos, reconociendo la verdadera dimensión del deseo que llevan dentro, sostienen que es mejor no haber nacido así. Al recomenzar el curso en enero les pongo un vídeo con la actuación de Coldplay interpretando “Hasta que el Reino venga”.
«¿Qué es más humano, por lo tanto más razonable, decir como en la canción “necesito a alguien que escuche, alguien que comprenda… por ti esperaría hasta que mis días se acaben” o decir “estoy hecho para esperar pero no hay nadie que vaya a venir”? Insisto en mis clases, ¡no podéis renegar de vuestro propio ser hombres!». Suena el timbre para ir al recreo, pero hoy nadie se mueve de su asiento.

Tras el recreo llega un grupo de 3º. Roberto está conmigo desde 1º de la ESO. Empezamos sintonizando con el Real Madrid y ahora nos reconocemos portadores del mismo deseo grande (una cosa lleva a la otra cuando no se pone un freno). Abre la clase sobre El sentido religioso con dos preguntas. La primera: «¿Por qué Dios nos ha hecho así, no es algo cruel?». La segunda: «Un vecino mío es budista y me ha dicho que evita las contrariedades eliminando el deseo, ¿no es una buena solución?». «Roberto, ¿tú qué prefieres, tener un gran deseo cuando ves jugar al Real Madrid, o eliminar ese deseo porque puede perder el partido y tú vas a estar disgustado?». La respuesta es inmediata: «Prefiero vivir con pasión el partido aunque tenga que sufrir». «Eso es lo humano, pero luego ves que no te es suficiente ni siquiera cuando el equipo ha ganado la liga. Dios te ha hecho de un modo que te permite entrar en relación con Él cuando experimentas lo que falta, cuando estás triste, cuando sientes la soledad. Para eso hay que vivir la realidad hasta el fondo y con pasión, para ser consciente de ti mismo, de la pasta de la que estás hecho, de la grandeza de tu destino. Sólo al emerger tu humanidad y tomar conciencia de ello empiezas a darte cuenta inevitablemente de una Presencia que te hace y te ama». Roberto sonríe como si hubiese ganado su equipo: «Profe, ¡estoy bien hecho!».

Andrés Bello