«¿Qué le sucede a mi padre?»

Cuando se descubre que ni siquiera la relación con tus padres puede satisfacer tu sed de infinito

Estamos estudiando el sentido religioso del hombre en una clase de 3º. Josephine está pensativa al leer en el texto que una relación no será humana si no resuena en nosotros el eco de la pregunta que lleva el otro, no respetará la dignidad del otro. Interviene para preguntar, porque intuye que esto tiene que ver con el problema que tiene ahora con su padre. Lleva un tiempo diciéndole que ya no es la misma de antes, que algo ha cambiado. «Pero yo, profe, soy la misma, quiero a mi padre igual. ¿Será esto que dice el libro lo que le sucede a mi padre?». La ayudo a mirar su experiencia, a ver cómo ella, al crecer y dejar de ser niña, ha ido tomando conciencia de un deseo que sus padres no pueden satisfacer plenamente, porque ese deseo es infinito.
«Eso puede hacer que tu padre sufra pensando que te alejas de él, porque eres lo más querido que tiene, más que su propia vida. En realidad es una distancia sana que te puede unir mucho más a tu padre, quererle mejor, porque él lleva también esta misma pregunta tuya y este mismo deseo inmenso». Josephine sonríe, se le ha quitado un peso de encima, ha salido de la confusión que le atormentaba: «¡Ahora entiendo lo que le pasa a mi padre y lo que pasa a mí!». La miro, diciéndole: «Bien, lo has entendido. Pero lo mejor es que tienes que comprobar en tu experiencia cómo el seguir tu deseo infinito te lleva hasta Otro, hasta ese Tú que te da a tu padre y te hace amarlo de verdad».

Andrés Bello