El fruto de los Ejercicios

El deseo de ayudar a Sonia que contagia una empresa entera

En los Ejercicios de este año nos visitó el padre Emilio de España. Siempre que conversábamos algún tema personal y salía a flote nuestra humanidad, nos repetía que eso es un signo de “cuán bien estábamos hechos”.
En nuestra oficina tenemos a una persona especial para todos los empleados, reparte el café y el agua en dos turnos uno en la mañana y luego en la tarde, reparte además un poco de conversación, risas y cuentos que nos permiten relajarnos un poco para continuar con el trabajo. La esperamos como quien trae una carga de regalos.
Su situación personal es complicada, madre soltera de 5 hijos y bajos ingresos, pero aun así tiene una fuerza increíble. Nuestra querida amiga, según conversamos un día, había hecho un gran esfuerzo y compró una casita para su familia, el sueño de toda su vida y no podía mudarse aún porque no tenía condiciones habitables, faltaban: puerta principal, baño sanitario, instalación eléctrica, divisiones internas de su casa, limpieza de patio, cercado, etc.
Inicialmente le propuse darle personalmente una ayuda monetaria y luego le escribí a mis amigos de la empresa para que contribuyéramos con dinero, la noticia de la recaudación salió de los límites de mi departamento y se difundió por toda la empresa. Para nuestra sorpresa nos llamaban para saber quién era la tesorera, hubo que abrir una cuenta de banco para aquellos que querían hacer transferencias y aunque solo lo organizamos para tres días de recaudación, los resultados fueron asombrosos aproximadamente unos USD$740.00. Varios departamentos y personas individualmente compraron directamente cosas de la lista de necesidades.
El momento de la entrega fue muy emotivo, no habíamos entendido cuan querida era Sonia para todos y como había cambiado el papel de ser un simple observador (quedándonos en la crítica) a movernos y contribuir personalmente frente a los problemas de otros que nos duelen.
Provocados en lo más profundo por esta amiga y su situación, propusimos ir un sábado a colaborar personalmente en las cosas que se necesitaban, una increíble voluntad hizo que se organizara exquisitamente los detalles: herramientas, distribución de vehículos, comida y bebida, horarios de partida, lugares de recogida.
El trabajo se dividió en grupos según el conocimiento de cada cual: se pintaron las paredes, se hizo la instalación eléctrica de la casa, se instaló la puerta principal, se hicieron las divisiones de la casa, se levantó la cerca divisoria de su patio, se recortaron ramas peligrosas de algunos árboles, se cocinó y se compartió la comida como una gran familia. Fue una experiencia increíble, amigos de todos los niveles jerárquicos de la empresa; con familias, compromisos de fin de semana o simplemente descansar, movidos por un Bien que nos hace Bien.

Yan Larramendi