Un cambio "extraño"

El manifiesto de Navidad y un alumno que se descubre una persona nueva

Es el final de las clases y llegan las vacaciones de Navidad. La alegría se apodera de alumnos y profesores. Voy regalando el manifiesto a los alumnos con los que me encuentro. Veo a Jaime y le doy el manifiesto deseándole una feliz Navidad. Me contesta un poco dubitativo y cabizbajo.
Minutos después estamos todos en el salón de actos para las actuaciones de Navidad. El profesor de guardia se acerca discretamente hasta la butaca en la que estoy sentado. Me avisa de que un alumno está por fuera del salón y pide que vaya a verlo. Salgo del salón y me encuentro de nuevo con Jaime. Todavía lleva el manifiesto de Navidad en las manos. Le pregunto qué hace por fuera. Me cuenta: “Me he peleado con Santi, mi compañero de curso, y hemos quedado para vernos las caras a la salida del instituto”. “¿Qué tengo yo que ver con eso?”, le digo. “Es que no quiero pegarme con Santi. Esta vez no quiero resolver esto con las manos”. Me pide que avise a Santi que está dentro del salón de actos para hablar con él. Me dirijo de nuevo a las butacas del salón y discretamente salgo con Santi. En el hall se ven las caras ambos alumnos. Jaime se disculpa, se estrechas las manos y Santi sorprendido vuelve a su sitio en el festival.
“Es extraño”, me dice Jaime, “un año atrás esto lo hubiera resuelto peleándome, como siempre, pero esta vez no he podido, algo dentro de mí me lo impide”. Y prosigue: “Profe, ¿será el Misterio del que usted habla el que ha puesto este deseo dentro de mí?”. Le cojo el manifiesto de sus manos y le leo un trozo: “La conciencia del Misterio presente convierte nuestra vida en una corriente continua de novedad… En cualquier momento empieza algo nuevo”.

AB