«Jesús se encarna en Guayaquil así»

Los huérfanos Ever y David serán bautizados el 25. El pequeño Sebastián, enfermo de leucemia. Además los amigos pobres, los toxicómanos... El padre Alberto, misionero en Ecuador, nos cuenta cómo espera la Navidad

Queridísimos amigos, durante estos días de diciembre me vienen a la mente vuestros rostros en los cuales durante años (y son ya muchos) se encarna el rostro de Cristo para mí. No importa si por mucho o por poco tiempo: lo que importa es que Dios se ha servido de vosotros para llegar hasta mí y a través de mí, llega a todos aquellos que Dios me ha puesto en el camino. Por eso quiero daros las gracias y deseo, para cada uno de vosotros y para todos, una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.
Han sucedido muchas cosas en estos últimos tiempos. Estoy pensando en dos hermanos de 10 y 12 años, David y Ever que viven en un orfanato abandonados por sus padres y recibirán el bautismo el día de Navidad como es tradición en la parroquia de San Juan Bosco. Con ellos, durante estos tres años, son ya cincuenta los niños y chicos abandonados que se han convertido en nuestros amigos, hijos de Dios y hermanos en Cristo.
Pienso en los muchos rostros de personas pobres que piden apoyo, o una ayuda para comer o para poder vivir cotidianamente, como mis amigos que no tienen trabajo o los toxicómanos que viven aquí cerca.
Pienso también en mi joven amigo Sebastián, de seis años, que ha ido a Italia con su madre Lorena porque tiene leucemia y le han hecho un trasplante de médula; volverá durante estos días a Ecuador y se encontrará con su padre que le está esperando con su hermana para abrazarlo de nuevo.
Recuerdo también a algunos amigos que estaban con nosotros el año pasado en Navidad y que han muerto. Por ejemplo, en Pisulí, un barrio de Quito, algunos han muerto de forma violenta o en accidente de tráfico: que el Niño Jesús tenga misericordia de ellos. Pienso también en todas esas personas, que por motivos diferentes, también seguramente por mi culpa, han abandonado la Iglesia: que Dios tenga misericordia y el Santo Niño toque su corazón.
Podría seguir recordando todo lo que ha sucedido, los rostros en los cuales Jesús se ha encarnado y aquellos en los que le pedimos que se encarne. A todos les pido que vengan conmigo al portal de Belén a ver al niño Jesús que nace también este año de una forma nueva y sorprendente.
Pero este año estoy todavía más contento porque he recibido el don de muchos amigos nuevos con los cuales compartir el deseo de pertenecerle más a Él. Especialmente estos últimos días Cico, un viejo amigo de los inicios, de antes de ser sacerdote, ha venido a verme a Ecuador y ha estado conmigo un tiempo: esto también es una gracia del Señor.
Entonces felicito la Navidad cargado con todos estos dones recibidos, con el deseo de felicidad y pidiendo ser siempre fiel a Cristo, ese rostro del Misterio que nos acompaña y que nunca nos deja tranquilos.

Padre Alberto Bertaccini, Guayaquil (Ecuador)