Una experiencia de verdadera compañía

Un grupo de chicos de GS de Santa Fe, Argentina, participó en la JMJ en Madrid. Uno de ellos nos escribe esta carta.

Viajamos a la JMJ y luego al Meeting con un grupo de siete chicos de GS y tres adultos. Cuando vimos que la JMJ se celebraba en Madrid la semana anterior al Meeting nos dimos cuenta de que teníamos que ir. Así que empezamos a organizar nuestra pequeña peregrinación.
Los diez argentinos que viajamos, nuestra pequeña familia, vivimos una experiencia de verdadera compañía. Fue evidente en el viaje algo que leímos del P. Aldo en la revista Huellas, que uno necesita de una verdadera compañía para estar firme en esa certeza que es Cristo, que si uno no tiene un amigo que le diga "mira", solitos nos perdemos, caemos.
A la JMJ, que fue la jornada con el Papa en Madrid, fuimos con los italianos del movimiento. Ellos eran mil trescientos y nosotros sólo diez, ¡entre mil trescientos tanos! Lo que me sorprendió del grupo de amigos con los que compartimos los diez días fue la seriedad con la que viven y su atención por los amigos. Era impresionante. Pero lo genial fue que a nosotros nos empezaron a mirar así. A nosotros que no nos conocían, nos miraban con esta atención, con este cariño. Siempre te estaban llamando la atención sobre lo que sucedía. Siempre había uno que te preguntaba: "¿Te gustó el día de hoy?" "Sí" "¿Por qué?, y no me digas que porque fue lindo, etc. Decime un hecho". Me resultaba evidente que Cristo me volvía a aferrar todos los días a través de estos amigos, que su ternura por mi vida se demostraba en estos nuevos amigos.

En Madrid hacía un calor terrible, no había mucha agua, no había mucha sombra, pero había 2,5 millones de jóvenes. ¡Era impresionante! Porque la gente estaba feliz. Yo estaba feliz. Cantábamos, bailábamos, reíamos. Cuando había que hacer silencio, se hacía; cuando había que rezar, se rezaba. ¡Era increíble! Además, el Papa estaba ahí, con nosotros.

Y el Meeting fue genial. Con cada exposición te quedaba más claro dónde está la certeza de nuestras vidas. Además parecía que todo estaba hecho para nosotros, y es que en realidad todo estaba hecho para mí. Porque el lema de la JMJ era "Arraigados y edificados en Cristo; firmes en la Fe", y después todo el Meeting hablaba de la certeza. Era todo lo mismo. ¡Qué increíble!

Para mí lo mejor del Meeting fue un día en que nos fuimos a ver un concierto de Martino Chieffo, el hijo de Claudio. Canta igual. El concierto fue genial, me estaba hablando a mí.
Cantamos Il viaggio, y Martino dijo que cuando alguien sale de su casa para tener un encuentro y ese encuentro provoca un dolor muy grande, porque siente que la vida le explota en el corazón (como en Il popolo canta), y puede decir que eso que le pasa, esa herida es Cristo, entonces puede volver a su casa y comunicar lo que le pasó, porque no vuelves a ser el mismo. Y entonces cantamos La Strada. Qué grande esque alguien te diga que es bello el camino que te devuelve a casa, porque la verdad es que estando allá, ninguno se quería volver (o, por lo menos, yo no). Pero que de pronto te digan que ese es el camino más bello, era como volver a empezar, era ver que realmente cada cosa que nos pasa es un punto de partida.

Y Roma ¡Sin palabras! Ver tantas iglesias bellas, ver el Vaticano y todo lo que vimos me hizo preguntarme: "¿Por quién hace el hombre tantas cosas bellas? ¿Por qué las mayores obras de arte están dentro de las iglesias?"
Y lo sorprendente era darse cuenta de que el hombre que pintó la Capilla Sixtina, y el que diseñó el Vaticano, y Gaudí, y el Papa, y mi mamá y Patricia que nos acompañaron y todas las personas que estaban en la JMJ y en el Meeting y yo, todos tenemos algo en común. Nuestra certeza está puesta en Cristo.
Sólo con esa certeza, sólo con la conciencia de que la realidad es Cristo y por eso siempre es positiva, yo hice el esfuerzo de entender y hacer que me entendiesen todos los días los amigos italianos, sólo así el robo de la maleta de Franco, que sucedió al 5º día de viaje, no fue una tragedia sino que fue un punto de partida, tanto para él como para todos nosotros. Franco dijo: "Esto me obligó a darme cuenta de que la ropa no me determina, no es lo que importa, y lo que tenía que hacer era dejarme abrazar por estos amigos que me ofrecían ayuda cuando yo lo necesitaba".
La verdad es que todo el viaje me hizo encarnar lo que cantamos siempre y de lo que nunca fui tan consciente: "fue tan grande lo que nos pasó, que hizo nuevo nuestro corazón".
Quiero que esto no muera. Pido que esto suceda todos los días, no solo en Italia, y que seamos una compañía viva, seria, pendiente de nuestro destino y el de nuestros amigos.

Flor - GS Santa Fe - Argentina