Un instante de silencio, antes de empezar

El regreso a las aulas, con el programa en la mano y un montón de ideas en la cabeza. Pero al ver los rostros de los alumnos, todo se convierte de pronto en un desafío y los esquemas saltan por los aires.

Primer día de clase. Entro en el aula con el deseo de entender por dónde les gustaría empezar a mis alumnos. Pensaba que debía tenerles preparado un desafío, hacerles una pregunta a cada uno de ellos, pero nada más entrar en clase sus rostros me han descolocado, me he dado cuenta de que el principio, antes que un desafío para ellos, lo es para mí.
Un instante de silencio se ha interpuesto entre lo que quería decir y las palabras que no me salían, y me ha venido a la mente don Giussani. De pronto todo ha salido de golpe, directamente del corazón, decirles que yo comenzaba el curso apostando por ellos. He entendido de repente que el inicio es un desafío para mí, es la ocasión de decirles quién soy y, haciéndolo, tomar yo más conciencia de ello.
Es fascinante empezar así. Yo me había imaginado el principio de curso de otra manera, pensaba que lo importante eran ellos y se me habían ocurrido ideas de todos los colores, pero luego me ha sucedido lo más sencillo: aceptar que el desafío es para mí. Y así me he puesto en juego, les he dicho lo bonito que es para mí volver a empezar y que cada uno de ellos formaba parte de este comienzo, empezando por el afecto que tengo por su libertad. Ha sido un nuevo inicio, porque estaba yo.

Gianni Mereghetti