Julián Carrón en el encuentro de la inauguración, <br>junto a Alberto Bonfanti, presidente de Portofranco.

«Ésta es mi nueva familia»

Después de varias jornadas de preparación, llegó por fin el día de la inauguración de la nueva sede de Portofranco. Dos horas antes del encuentro ya empezó a llegar gente para ver la exposición en la que se explicaba qué es nuestro centro de ayuda al estudio. Los alumnos participamos activamente en la organización del acto, nos hicimos cargo del servicio de acogida con la ayuda de los universitarios. Yo trabajé como azafata con Francesca y me divertí muchísimo explicando con ella la exposición.
A las tres estuvimos en la conferencia de prensa, donde se proyectó un video con entrevistas e imágenes de los chicos que vamos a Portofranco. Al acabar, Luca, uno de los responsables, nos dijo que teníamos que ir a recibir a Julián Carrón. Al oírlo me quedé un poco bloqueada porque no me sentía preparada y no sabía qué decir. Cuando llegó, nos pidieron a Cecchina y a mí que le enseñáramos la exposición. Empecé a explicarla, panel tras panel, los testimonios de Giorgio Pontiggia y de algunos alumnos que contaban qué es Portofranco para ellos. Mientras le contaba todo esto a Carrón, me sorprendía su interés y al terminar me preguntó qué pensaba yo de todo lo que le acababa de contar. ¿Qué es para mí Portofranco? ¿Por qué vengo todos los días? Le respondí que para mí es como una familia, porque aquí me siento aceptada incluso con los errores que cometo, y no continuamente juzgada, como me pasa en clase con muchos profesores. Carrón me respondió que siempre buscamos lugares donde nos sentimos amados, pero que debemos aprender a ver la belleza en todo, también en clase o en el trabajo. Porque si ves una cosa bella o un modo bello de hacer las cosas, lo quieres ver siempre. Su respuesta me impresionó mucho porque es verdad, ¡nosotros vamos allí donde nos sentimos amados!
A las 16.30h, después de recibir a todas las autoridades y acompañarlas al aula magna, dio comienzo el encuentro. Allí Julián volvió a sorprenderme de nuevo porque se dirigió a los adultos directamente, preguntándoles las razones de su gratuidad. Y a nosotros también, preguntándonos por qué decimos que aquí nos sentimos como en casa. Por último, abordó el tema de la educación como un problema del adulto, porque educar es comunicarse uno mismo.
Al terminar, mucha gente se quedó para ver la exposición. Fue una jornada fantástica porque estábamos juntos para hacer algo que nos interesaba, y esto me ha impactado mucho.

Sissi, Milán