“No ilusas, sino amadas”

Un grupo de mujeres que necesitan trabajar. Un proyecto que no sale... Carminha cuenta cómo unas cuantas líneas bastan para cambiar el curso de las cosas, cuando “lo más importante ya ha sucedido”

Después de un mes de vacaciones, las madres del grupo de confección “Viviendo y cosiendo juntas la realidad”, regresaron a la comunidad escolar de San Charbel con muchas ganas de empezar el curso de perfeccionamiento, personalización y preparación de la cooperativa. Son mujeres que no pueden quedarse sin nuestro apoyo, algunas están trabajando ya, hacen labores a cambio de comida. Pero el proyecto no iba bien.
Frente a todas sus preguntas, abrí mi corazón y les dije que me gustaría poder responderles, pero que el curso que querían realizar no sólo dependía de mí, ni siquiera sabía si podría salir adelante la cooperativa. Les dije que sabía cuánto necesitaban trabajar para poder ganarse la vida, y que tendrían que seguir practicando para no olvidar la técnica ni perder la práctica. Fui muy clara y les dije que no quería interferir, que prefería que tomaran ellas sus decisiones, que me daba miedo crearles ilusiones y hacerles creer que podrían tener una vida mejor, y que luego no sucediera nada.
Pero las quería animar, así que les leí la carta de Huellas “Cleuza, mis amigos y el tesoro de la vida”, que habla del viaje a Bogotá de Cleuza Zerbini, alguien que ellas llevan en su corazón desde el día que la conocieron. Estas mujeres se sintieron tan identificadas con sus dificultades, con su vida, que no la olvidarán nunca. Con esta carta, pusimos fin a nuestra Escuela de Comunidad.
Volví a casa triste y preocupada porque la situación era confusa. Al día siguiente, para mi sorpresa, me encontré con esta carta:

Usted cree que somos ilusas, pero la verdad es que usted nos ha quitado la ilusión, porque la ilusión era lo que teníamos antes. La ilusión es irse a la cama pensando que el día siguiente será mejor y no haber movido un dedo para que eso pueda suceder. La ilusión es despertarse por la mañana y empezar a beber para hacer que el día así sea mejor. La ilusión es reírse de día con los amigos y llorar por la noche en soledad.
Todo eso es para nosotras la ilusión, y nuestro presente hoy es la pura realidad, sin ninguna mentira ni falsedad. A veces, ciertas situaciones difíciles y pesadas hacen que nos tambaleemos, casi hasta querer dejarnos caer. Pero, visto que quien manda aquí no somos nosotras, sino la mano de Cristo en nosotras, Él siempre nos hace recordar que quien pide por su prójimo con amor recibe el céntuplo. Porque Dios nos ha puesto juntas, ha hecho que nos conociéramos, que nos ayudáramos y nos ha hecho crecer.
No sabemos si en el futuro seguiremos todas juntas, pero sabemos con certeza una cosa: hacer memoria de la realidad más emocionante y gratificante de nuestra vida.
Grupo “Viviendo y cosiendo juntas la realidad”


Al leer esta carta me di cuenta de lo importante que es para mí ver sus rostros, que confirman mi fe. Qué grande es mi deseo de proponer este método cada vez a más personas, especialmente a las mujeres, que son la figura principal de muchas familias. La certeza de que ésta es la forma de ser felices me permite seguir adelante y mis días se convierten entonces en una petición continua de esta gracia. Nada es más importante que reconocer esta Presencia. Y estas mujeres, desde que empezamos la Escuela de Comunidad, han aprendido a vivir la fe, reconociendo la importancia de estar juntas, tomando posición, expresando su deseo, y sé que no son ellas, es la mano de Cristo que está en cada cosa. Es la “contemporaneidad de Cristo”.
Ahora lo que más me interesa es mirar y abrazar el modo en que soy mirada y abrazada. Me gustaría continuar con esta educación de mi corazón, del corazón de estas chicas y mujeres que me ayudan a mirar a Cristo a la cara, que me dan la certeza de su presencia. No tengo otro proyecto o prioridad más que éste. Desde el momento en que Dios hizo que descubriera el sentido de la vida en mi corazón y en el corazón de estas mujeres, sé que Él hará todo lo que sea importante y necesario para nuestra auténtica felicidad.
A los pocos días de recibir la carta, me reuní con los responsables de la futura cooperativa. Tenía miedo, estaba insegura. A pesar de lo que había sucedido, volvía a tener miedo. Las cosas no salían, durante la reunión perdimos mucho tiempo con problemas y dificultades, hasta que tuve la idea de leerles la carta. Milagrosamente, la situación era la misma pero se quedaron tan impactados por las palabras y la experiencia de estas mujeres que, entusiasmados, decidieron dar los primeros pasos para crear la cooperativa. Lo que llevaba esperando desde finales de octubre se decidió allí después de leer la experiencia de vida de estas mujeres. Sus palabras llegaron como una respuesta, como un signo para todos de que vale la pena invertir, porque lo más importante ya ha sucedido. La cooperativa podrá no tener éxito, pero habrá valido la pena por el cambio que ha sucedido en mí y en los demás.

Carminha (Petrópolis)