Exposición en memoria del Prebendado Pacheco

Hacía varios años que queríamos hacer una propuesta pública para dar a conocer nuestra experiencia en el precioso municipio de montaña en que vivimos. Teníamos la inquietud de hacer algo sin que partiera del quehacer de la parroquia, sino de lo que nos ha cambiado la vida. ¿Pero qué?
En aquel momento se conmemoraban los 150 años de la muerte de un sacerdote que vivió aquí sus últimos 16 años de vida, un tiempo en el que hizo grandes cosas por mejorar la situación de sus vecinos: hizo el colegio y fue el primer profesor, diseñó calles, caminos y edificios civiles, creó la Junta de Beneficencia para los pobres…
En primer lugar ha sido la ocasión de interesarnos y documentarnos sobre la historia del lugar en que vivimos. Y también nos ha educado porque las primeras lecturas nos dieron a conocer a un hombre interesado en conseguir puestos de poder en la diócesis que, al no conseguirlos, se autoexilió en Tegueste. Nuestra mente moralista no nos permitía ver más allá, hasta que cenando con un amigo, éste nos hizo ver que, pese a su límite, orgullo y pecado, este hombre no había venido aquí a cruzarse de brazos sino que se había entregado, por primera vez en su vida, a los demás, aun estado profundamente decepcionado, ser ya bastante mayor y estar enfermo.
Caer en la cuenta de esto cambió todo. Habíamos encontrado el punto de partida, al que dedicaríamos la primera parte de nuestra exposición: ¿qué es lo que le permitió entregarse así?
La segunda parte la dedicaríamos a las obras que nacieron de ese ímpetu de entrega y que explican históricamente cómo un corazón cambiado empieza a dar una respuesta nueva, antes nunca vista, a las cosas y a las personas. Esta segunda parte describiría el nacimiento de un nuevo concepto de persona, el nacimiento de los hospitales, las cajas de ahorro, la expansión y la universalización del conocimiento mediante las universidades, la comunidad europea…
Después de un año de trabajo llegó el día de la inauguración, con el alcalde y parte de la corporación municipal. Durante dos semanas, la exposición permaneció abierta al público gracias a varios amigos que la explicaban por turnos. Al terminar cada ‘pase’ explicábamos que la exposición la habíamos hecho porque nosotros también habíamos encontrado a Cristo y este hecho nos había cambiado la vida, naciendo en nosotros una mirada nueva sobre la vida y las personas. Como la experiencia de la que hablábamos en la exposición.
Ha sido una oportunidad de encontrarnos con el pueblo, partiendo de lo que nos ha sucedido. Y el fruto después de tanto trabajo es que estamos agradecidos, con mayor certeza de que no hay nada más grande que lo hemos encontrado, lo que se nos ha donado: Cristo.

Vicente, Tenerife