Los restos de una iglesia de Concepción <br>destruida por el terremoto.

Lo que salva la distancia

Una chica escribe a un amigo chileno, Exequiel, para saber de él y de sus amigos que visitaron el Meeting de Rimini el pasado verano. Nos envía un pasaje del correo que recibió de vuelta

«Me encontraba con algunos amigos del CLU cuando pasó lo del terremoto. Nos pusimos a rezar juntos tres Glorias. Me di cuenta de que nuestros rezos no eran una especie de “magia” para alejar el miedo, sino que nos poníamos de verdad en manos de Dios, porque a Él le pertenecemos nosotros y toda la realidad. Así, el dolor por los que han muerto, las dificultades de estos días, el miedo que tenemos, todo lo podemos ofrecer al Señor, porque Él lo puede salvar. Tenemos esta certeza».
Cuando la vida nos pone a prueba las palabras se llenan de sentido y vemos el valor de la fe que compartimos con estos amigos.