La mano bondadosa que nos sostiene

Hoy María tiene 6 años. Nació con una grave malformación cerebral y acaba de ser operada por segunda vez de una luxación de cadera. Su madre escribe a un amigo.

Ayer nos dieron el alta y estamos en casa. La evolución ha sido francamente buena. No se ha quejado de dolor, no ha tenido fiebre y no ha habido absolutamente ninguna complicación respiratoria por la anestesia, que tanto tememos siempre. Los traumatólogos estaban contentos. Decían que realmente estaba muy mal, y que habían quitado un montón de callo que había expulsado por completo la cadera, pero que había quedado muy bien colocada en la intervención. (…) Parece que la recuperación no será tan larga como la otra vez, quizá solo un mes si todo va bien. Le temo mucho a las escaras y desde el primer día estamos aplicando todas las prevenciones que nos han indicado.
Damos muchas gracias a Dios por lo bien que ha ido todo y tenemos muy clara la protección maternal de la Virgen a María, pues así fue desde el principio. Que un cuerpecito tan débil y tan al límite se mantenga ahí frente a nosotros de nuevo, es signo de la mano bondadosa de Dios que le sostiene. Y no tiene otra explicación. También para nosotros es la corroboración de la tarea a la que nos llama día a día, y así me encuentro en paz deseando atenderla lo mejor posible en su recuperación. Cuando entro en su cuarto –que en estas semanas va a ser la sala de estar de la familia– y veo su cuerpecito yacente, inmóvil y magullado (tiene un enorme hematoma en la zona del pañal) tengo la sensación de entrar en un santuario donde solo cabe el silencio y la contemplación, mi nada, su nada frente al Misterio.
Me han conmovido mucho todos los gestos de petición de tantos amigos, que van creciendo en número en estos años como demuestra la cada vez más numerosa lista de destinatarios de los mensajes sobre cada intervención o mala racha de María. Todas estas cosas son para nosotros el modo en que Dios nos sostiene, en que Él y la Virgen nos cuidan día a día, y creo es la experiencia de la sobreabundancia, porque te desborda, va más allá de lo que puedes imaginar.

María José