«¿Zuppi? Un padre al que le gusta caminar con su pueblo»
Julián Carrón, guía de CL, en la ciudad para presentar su último libroBOLONIA acoge a don Julián Carrón, número uno de Comunión y Liberación, en medio del debate sobre el futuro de la Iglesia.
Presidente, algunas personas piensan que el papa Francisco, dos años y medio después de su elección, no habría conseguido incidir en profundidad con su programa de reformas. Según otros, en cambio, el cambio es visible.
«Una reforma no se hace de un día para otro. Por una parte, los cambios que se están produciendo actualmente en la sociedad son de tal alcance que no habríamos podido imaginar hace años un desafío semejante. Se necesita tiempo para juzgar en qué medida las reformas echan raíces en el cuerpo de la Iglesia y llegan a los hombres a los que están dirigidas. En cualquier caso, me parece que ciertos pasos constituyen un punto de no retorno en el modo con el que la Iglesia se presenta ante los hombres de nuestro tiempo. Apoyado en Cristo, el Papa avanza seguro y esto me llena de paz».
Los ataques del Isis pueden acabar creando un conflicto entre religiones. ¿Cómo se puede evitar? ¿Cómo relacionarse con el islam en Italia?
«No me parece que el fondo de la cuestión sea un conflicto entre religiones. Como han señalado muy distintos observadores, desde Gianni Vattimo a Olivier Roy, el origen es el vacío que viven muchos jóvenes musulmanes o europeos convertidos al islam, que para algunos desemboca en violencia. A un vacío solo se puede responder con una vida plena, intensa, atractiva».
¿Cómo actuar con el fenómeno bíblico de la inmigración, es decir, cómo conjugar acogida/misericordia y seguridad?
«No me corresponde a mí identificar cómo resolver el problema de la seguridad; hay personas mucho más autorizadas que yo que pueden ofrecer las sugerencias pertinentes. Al igual que cualquier persona, yo percibo la llegada de refugiados y de inmigrantes como un reclamo a vivir con ellos esa actitud de acogida y misericordia de la que hemos sido objeto nosotros en primer lugar».
Algunos ven una cierta frialdad del Papa con relación a CL, movimiento considerado tal vez como más “distante” que otros de la… línea Bergoglio. ¿Qué piensa al respecto?
«No nos interesa una competición para ver quién es más bergogliano. Lo que nos apremia es tomarnos en serio las indicaciones del Papa para nuestra conversión, sobre todo la invitación que nos dirigió en la plaza de San Pedro el pasado 7 de marzo: “Centrados en Cristo y en el Evangelio, podéis ser brazos, manos, pies, mente, corazón de una Iglesia ‘en salida’”, con la pasión de comunicar a todo hombre la belleza de la fe».
Hay cada vez un número mayor de ciudadanos que se alejan de la política. ¿Cómo reclamar a este compromiso (a cristianos y no cristianos)?
«Es una prueba más de la crisis que estamos viviendo, que lleva a mucha gente a no moverse ni siquiera para ese vínculo último con la política que es votar. La abstención es un ejemplo de la dificultad para encontrar propuestas que consigan interesar a la gente. Se necesita una educación para redescubrir que el otro es un bien por sí mismo y que el bien de todos es una responsabilidad de cada uno».
En Bolonia, después de dos cardenales cercanos a CL (Biffi y Caffarra), se cambia de dirección con el nombramiento de Zuppi. ¿Qué opina usted?
«No lo conozco, pero los amigos de Roma me hablan de él desde hace tiempo como de un padre al que le gusta caminar con su pueblo, como han hecho sus predecesores en la cátedra de san Petronio. “Queredme por lo que soy. Vuestro amor me cambiará”. Solo un pastor que cree en el método de Dios puede escribir estas palabras llenas de simpatía dirigiéndose a una diócesis todavía desconocida».
¿Qué es la “belleza desarmada”?
«Santo Tomás dice que “la belleza es el resplandor de lo verdadero”; la verdad no necesita de ayudas externas o de imponerse por la fuerza, basta con su belleza para comunicarse. Creo que en este momento es un título adecuado para ofrecer una contribución que se dirige de forma “desarmada” y franca a la razón y a la libertad del hombre».
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