Violencia abominable
«El atentado de ayer en París nos hace pensar en tanta crueldad, crueldad humana». En la misa celebrada en Santa Marta el jueves 8, por la mañana, el Papa Francisco expresó todo el dolor por el horrible acto de violencia que tuvo lugar el miércoles en la sede del semanario satírico «Charlie Hebdo». Rezó por los doce muertos, los heridos, sus familiares y también por la conversión de los terroristas. Ante «tanto terrorismo, ya sea el terrorismo aislado como el terrorismo de Estado», dijo el Pontífice, invita a reflexionar «la crueldad de la cual es capaz el hombre». Por ello, además de encomendar a Dios «las víctimas de esta crueldad» invitó a interceder «también por los crueles, para que el Señor cambie su corazón».
Pocas horas más tarde el Papa Francisco se reunió con el arzobispo de París, el cardenal André Ving-Trois, a quien ya había dirigido, a través del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, un telegrama de pésame: «Al recibir la noticia del terrible atentado —escribió en francés— que tuvo lugar en París en la sede de “Charlie Hebdo”, que causó numerosas víctimas, Su Santidad el Papa Francisco se suma con la oración al dolor de las familias en luto y a la tristeza de todos los franceses. Encomienda las víctimas a Dios, lleno de misericordia, pidiéndole que las acoja en su luz. Expresa su profunda cercanía a las personas heridas y a su familias, pidiendo al Señor que las fortalezca y consuele en la prueba. El Santo Padre condena una vez más la violencia que genera tantos sufrimientos y, pidiendo a Dios que conceda el don de la paz, invoca sobre las familias golpeadas y sobre los franceses el beneficio de las bendiciones divinas».
Ya el miércoles por la tarde, a través de un comunicado del director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, el Pontífice había expresado su firme condena por «el horrible atentado» que sacudió la ciudad de París «con un alto número de víctimas, sembrando la muerte, dejando en la consternación a toda la sociedad francesa, turbando profundamente a todas las personas amantes de la paz, mucho más allá de los confines de Francia». El Papa, se lee en el texto, «participa con la oración en el sufrimiento de los heridos y de las familias de los difuntos y exhorta a todos a oponerse con todos los medios a la difusión del odio y de toda forma de violencia, física y moral, que destruye la vida humana, viola la dignidad de las personas, mina radicalmente el bien fundamental de la convivencia pacífica entre las personas y los pueblos, no obstante las diferencias de nacionalidad, de religión y de cultura».
Palabras claras y firmes: «Cualquiera que sea la motivación —afirma el comunicado— la violencia homicida es abominable, nunca es justificable, la vida y la dignidad de todos se deben garantizar y tutelar con firmeza, toda instigación al odio se debe rechazar, el respeto al otro se debe cultivar». El Papa concluyó expresando «cercanía, solidaridad espiritual y apoyo a todos los que, según sus diversas responsabilidades, siguen comprometiéndose con constancia en favor de la paz, la justicia y el derecho, para curar en profundidad los orígenes y las causas del odio, en este momento doloroso y dramático, en Francia y en cada rincón del mundo marcado por tensiones y violencias».