“Una enorme decepción, pero CL está en las antípodas”
Roma. «La decepción escuece. El ideal del movimiento de Comunión y Liberación está en las antípodas de la corrupción que está saliendo a la luz en la investigación sobre “Mafia Capitale”. Saber que entre los imputados hay personas del movimiento produce en nosotros un profundo pesar».
Tres años después de la carta a La Repubblica, en la que expresó un «dolor indecible» por lo que «hemos hecho con la gracia que hemos recibido» (algunos exponentes políticos de la Región de Lombardía vinculados a CL habían sido acusados de malversación), D. Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de CL, se siente en el deber de volver a intervenir. En la investigación se ha visto involucrada la cooperativa La Cascina, algunos de cuyos miembros forman parte del movimiento.
D. Julián Carrón, ¿la historia se repite?
«Dejemos que los tribunales actúen. En la investigación judicial se verificará si las acusaciones tienen o no fundamento, pero la sola posibilidad de que una obra de caridad y de acogida que atiende a personas tan desesperadas pueda ser ensuciada por la corrupción y la especulación personal, supone una deriva inaceptable y una profunda herida a la esencia misma de la caridad y del amor cristiano. En sus intervenciones relativas a la corrupción el Papa Francisco llama a “no volver a poner nuestra esperanza ni en el dinero ni en el poder”».
Se investiga el posible pago de comisiones ilegales por parte del grupo La Cascina para obtener la adjudicación de servicios al centro de acogida para los refugiados Cara di Mineo.
«Si la investigación lo confirmara, los hechos son de una gravedad inaudita, condenables sin reserva alguna, sea quien sea su autor, no solo por el alcance y las dimensiones de la corrupción y el abuso de dinero público que parecen deducirse de la investigación, sino, sobre todo, porque las personas implicadas se habrían aprovechado de los más débiles».
Cabe preguntarse en qué educa CL.
«El movimiento educa en una concepción de la caridad que se sitúa exactamente en las antípodas de los comportamientos referidos por las crónicas en estos días. CL propone a todos, jóvenes, estudiantes y adultos, gestos de caridad que educan a las personas para que dediquen gratuitamente su tiempo en ayuda a los más débiles, pobres, ancianos, enfermos, estudiantes con dificultades, discapacitados, inmigrantes… Quizás precisamente por esto, los eventuales errores de personas que pertenecen a CL alcanzan una mayor repercusión, porque contrastan con la propuesta del movimiento y, por tanto, provocan cierta decepción en muchos de los que nos conocen».
Pero, en su opinión, ¿por qué a veces el nombre de CL aparece donde se instala el fraude?
«Somos pecadores como todos, pero estoy seguro de que nadie que se haya formado en el movimiento y que pertenezca a CL podría imaginar, ni siquiera de lejos, que explotar en beneficio propio la caridad sea un comportamiento justificable. Nosotros queremos educar adultos que asuman su responsabilidad por el bien de todos. Pero en esta tarea nada es mecánico. Nuestra propuesta se ofrece a la libertad de la persona, que puede aceptarla y seguirla, o rechazarla y secundar sus proyectos e intereses particulares».
¿Está diciéndome que una cosa es la pertenencia al movimiento y otra distinta es la actividad personal?
«La responsabilidad de una obra es de quien la hace. CL no interviene en la modalidad con la que un miembro del movimiento decide emprender una iniciativa o actuar en la sociedad, igual que tampoco interviene en la gestión de una obra, que es de plena responsabilidad de quien la lleva a cabo. Ahora bien, debo constatar que haga lo que haga cualquier miembro de CL, su acción se atribuye siempre y directamente al movimiento. CL mantiene siempre una irrevocable distancia crítica frente a las obras que realizan sus miembros, al igual que frente a la política».
¿Y cómo es que de una pertenencia que se vive como tensión al ideal se puede llegar a ciertas degeneraciones?
«Es una pregunta que me he hecho a menudo. A veces se produce por un desmoronamiento de la tensión ideal; otras veces, porque al intentar responder a la necesidad tan inmensa que vemos a nuestro alrededor, se llega a pensar que una buena intención puede justificarlo todo».
Pero entonces, ¿qué es lo que hace posible no sucumbir a la tentación de la corrupción?
«Todos sabemos que el propio esfuerzo no es suficiente. La única posibilidad es tener un tesoro más grande que proporcione una satisfacción mayor que las migajas del poder. Solo una sobreabundancia experimentada y vivida puede permitir esta victoria».
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