Un maestro de la libertad
Mucho nos queda de don Luigi Giussani. Nos queda su capacidad de acercarse al misterio, de esclarecer como muy pocos lo han hecho en el mundo actual el binomio cristiano del pesimismo sobre la naturaleza del hombre y el optimismo sobre su destino; la necesidad de la verdad articulada mediante el gusto por lo razonable; la experiencia de la fe. Y los que fueron alcanzados en persona por este sacerdote de Desio hasta el punto de que obtuvo de ellos una pertenencia, tienen ciertamente mucho más que decir y mucho más que llorar. Pero don Gius no debe seguir viviendo ahora sólo en sus bibliotecas o en el templo secreto del afecto. Su lectura debería recomendarse encarecidamente a los que se siguen diciendo liberales. (…). Sobre todo acerca de un tema que supone una prueba irrefutable: la educación. Hoy todavía hay quien defiende con uñas y dientes el recinto de la “escuela laica”. (…) En múltiples ocasiones, en particular en un libro estupendo, El riesgo de educar, Giussani dejó rigurosa y definitivamente despejado cualquier equívoco. El Estado no puede educar porque la educación es algo muy distinto que almacenar conocimientos y tratar de adoctrinar. Don Gius ha desenmascarado la mentira de la escuela laica, abriéndonos los ojos ante el hecho de que es imposible una educación “neutral”, que finja callar sobre las cuestiones que hacer hervir la sangre a los hombres. Educar es aceptar el “riesgo de la libertad” y formar para el diálogo. (…) En esas páginas se encuentra una clase magistral de libertad, que debería gritarse a los talibanes del escepticismo, a los que pretenden acallar las conciencias, a las mentes ilustradas y astutas cuyo respeto de las razones ajenas es hijo de un cinismo consciente y superficial, y no de la identificación dentro de la diferencia. ¡Vaya casualidad!, hay una palabra que era muy querida para don Gius, “creatividad”, que expresa lo mejor del hombre, pisoteado y ofendido por un intervencionismo salvaje: «El estatalismo siempre es una situación lastimosa, en el sentido de que da lástima: sin creatividad, sin poesía, sin canto (adecuados, claro está)». «Una sociedad se construye al impulsar esta creatividad de la que es capaz la libertad del hombre, una creatividad que se opone incluso al predominio del Estado. A más sociedad, más individuos, más creación desde abajo».