La renovación del origen
EditorialLa carta del Papa a la Fraternidad de CL con ocasión del XX aniversario del reconocimiento pontificio es un documento rico de indicaciones para el movimiento y para la Iglesia.
La carta con la que don Giussani se ha dirigido después a los miembros de la Fraternidad señala su valor: se trata del «gesto más decisivo de nuestra historia... La Virgen nos apremia a colaborar con la grandeza del plan de salvación de Dios para todos nuestros hermanos los hombres».
Este número de Huellas está ampliamente dedicado a este acontecimiento y a los comentarios que ha suscitado en los ambientes eclesiales y también laicos. Se trata de un número especial, con un editorial especial: el saludo que Giussani ha dirigido al Consejo Nacional de CL, que se reunió el pasado 2 de marzo para tratar precisamente del significado de este documento. Lo publicamos a continuación.
Os doy las gracias porque me ofrecéis la oportunidad de subrayar, repetir y retomar la responsabilidad que tengo y que el Misterio mismo renueva siempre ante una realidad precisa, ésta: el hecho de que Cristo es otra cosa respecto a todo lo demás y, por ello, establece la diferencia que nunca se diría posible.
Cristo es la novedad del mundo, es el comienzo de la culminación del mundo, el mostrarse de un rostro, del porqué supremo, el manifestarse de una fuerza victoriosa sobre el mundo.
Cuando pienso en que un hombre, un joven, no puede casarse con una mujer si no es por amor a Cristo - creo haberlo dicho ya: si amamos es por Cristo -, cuando uno lo afirma, siente toda la inmensidad - inmensidad, significa que no se puede medir -, siente la inconmensurabilidad de un punto de vista que es “el” punto de vista, y también el punto que hace renacer, por el que todo vuelve a nacer.
No podemos ser amigos si no es por esto, si somos amigos es por Cristo, al que tenemos que confiar - lo comprendemos - lo que somos, lo que hacemos y lo que tenemos, lo que todavía no somos.
Ayudémonos a levantarnos todas las mañanas de tal forma que nada nos defina más que la mirada de Cristo.