La pregunta de Comunión y Liberación en España
La revista "Huellas", publicación internacional de movimiento Comunión y Liberación, en su edición española del mes de julio/agosto, publica una interesante crónica sobre el encuentro que el presidente de esta realidad eclesial, el sacerdote español Julián Carrón, tuvo con los responsables de este Movimiento en nuestro país, el pasado mes de junio en Miraflores de la Sierra.
Salpicada la narración periodística de testimonios, que forman arte del singular método que articuló don Giussani, la pregunta que se hacían quienes participaron en este encuentro era aparentemente sencilla: "¿Cuál es nuestra tarea en el mundo actual?".
Tal y como se refleja en la pieza periodística, en la primera noche, intervino el sacerdote Ignacio Carbajosa, responsable de Comunión y Liberación en España y profesor de la universidad Eclesiástica San Dámaso. Arriesgó, según el cronista que firma como Valentín Frodo, su juicio personal sobre la situación actual de la sociedad española. Apuntó: "Los últimos decenios, que vieron el crecimiento económico del país, se caracterizaron por una sistemática censura de lo humano, de la verdadera problematicidad. Se puede hablar de una "autocensura" de lo religioso, casi una autolimitación de algo que se asume debe ser privado y no tiene dignidad pública (por tanto no es "real")".
Al hablar de las consecuencias de la situación descrita, se refirió el ponente a "una erosión de lo humano que lleva consigo desesperanza y dolor en la gente, aturdida ante la realidad, despojada de toda palabra de comprensión de su vida, de toda mirada de simpatía por su humanidad. Porque no entender el corazón, no tener maestros, duele".
En este contexto, continúa la crónica de la intervención de Carbajosa, "las expresiones públicas están cargadas de dialéctica y de violencia. Las personas que ya no tiene memoria de la Transición asumen casi por ósmosis que la política es una lucha irremediable entre facciones irreconciliables. No han visto otra cosa ni pueden imaginarla".
Y concluía, a partir de una paráfrasis evangélica sobre la afirmación de don Giussani que dice que "el gran problema del mundo de hoy ya no es una pregunta teórica, sino una pregunta existencial. No "¿quién tiene razón?", sino "¿cómo se puede vivir?": "¿Cómo cambia el planteamiento de nuestra preocupación esta observación? ¿Qué tipo de presencia estamos llamados a poner ante el mundo?".