La fe salió de las iglesias, así nació CL
Ellos no sabían que iban a escribir una página importante de la historia. Aquellos chicos del tren, de un vagón de segunda clase, hablaban una lengua muy diferente a la de Dios. Cuanto más les oía, más se daba cuenta don Giussani de que no podía quedarse quieto; había que hacer algo, «aquí y ahora», allí y en ese preciso momento. Exactamente allí era materialmente imposible, pero en cuanto el tren llegó a la estación, tomó una decisión. Corría el año1954, hace cincuenta años, y don Luigi Giussani decidió convertirse en «don Gius». No se trataba de una variación puramente semántica o lingüística, entre don Luigi Giussani, profesor con brillante futuro en la facultad de teología de Venegono, y «don Gius», está Comunión y Liberación. La decisión de dejar la cátedra para enseñar religión en el Liceo clásico Berchet nació en ese viaje de la voluntad de reconstruir la presencia cristiana en el mundo estudiantil. De hecho, el carisma de aquel curioso profesor de religión era tal que, en torno a él, se reunió inmediatamente un grupo de estudiantes fascinados con sus palabras, con su manera de relatar la historicidad de los evangelios, con sus discursos algo peculiares pero fascinantes, cálidos, capaces de interesar incluso a los que no creían, incluso a la intellighentia de la izquierda milanesa, que tenía en el Berchet uno de sus enclaves naturales. Iba de boca en boca: «¿Has oído lo que ha dicho hoy don Gius?». Un tam tam incesante que rápidamente traspasa los confines de la clase. Y más tarde los del liceo, alcanzando toda Milán entera. Y más tarde los de la ciudad, difundiéndose por toda Brianza. Y más tarde… y más tarde... Hoy CL está en setenta países del mundo… Este es el final de la historia. (…) En 1984 llega el reconocimiento definitivo del movimiento que hasta entonces se había mirado a menudo con sospecha desde ciertos sectores de la Iglesia. «Id a todo el mundo a llevar la verdad, la belleza y la paz que se encuentran en Cristo Redentor. Esto es lo que os pido» dijo Juan Pablo II a los diez mil que festejaban en el Vaticano los treinta años del movimiento. (…) Esas palabras del Papa son prácticamente un retrato de lo que es CL. Narrar lo Verdadero y lo Bello es casi una razón social para los seguidores de don Giussani: los libros (y los discos) del «Gius», siempre entre los primeros en las listas de ventas, relatan la Belleza en la literatura, el arte y la música; la capacidad de escandalizar, también en la Iglesia, con su forma de narrar la Verdad, identifica un estilo. La batalla por la enseñanza libre, una de las más significativas de los últimos tiempos, se resume en un slogan bellísimo: «Si es preciso que nos dejen desnudos, pero libres para educar». Otra batalla vencida. Hoy ha muerto Giussani. Pero no muere CL. Julián Carrón, el español a quien «don Gius» llamó a su lado hace unos meses explica: «La desproporción entre mi persona y la tarea que se me encomienda es evidente. Yo, el último en llegar». Pero sus palabras en su primera entrevista en Avvenire ya lo decían todo: «Sólo el encuentro con otro puede cambiarnos, pero otro cargado de autoridad, la autoridad del que con su vida da testimonio de que la plenitud auténtica es posible. Tenemos el modelo en Mateo, el publicano, que fue mirado como nunca nadie le había mirado». Se fija, como hacía «don Gius», en una imagen artística: «Cada vez que voy a Roma, entro en San Luís de los Franceses; basta con ponerse delante y mirar la Vocación de San Mateo de Caravaggio. Todo el cristianismo está en esa escena». ¿Y cual es el objetivo de Carrón? «Levantarme cada mañana recordando que somos deseo de felicidad. Volver a comenzar cada mañana». La historia de CL comienza de nuevo precisamente aquí.