La esperanza no defrauda
Ante la tristeza y el dolor suscitados por los ataques terroristas de Londres, queremos unirnos al Santo Padre Benedicto XVI en el ofrecimiento de nuestras “fervientes oraciones por las víctimas y por quienes lloran por ellas”. A la vez que condenamos “estos actos bárbaros contra la humanidad”, expresamos nuestra cercanía espiritual a todos cuantos sufren en esta dolorosa circunstancia.
Frente a esta atrocidad, el hombre no puede sino lanzar su grito: “El mundo no puede ser así. Nosotros queremos construir un mundo mejor”.
¿Cómo es esto posible? No es suficiente un esfuerzo humano. Sólo la esperanza sostiene al hombre en este deseo. Frente a la muerte y al odio el hombre no puede hacer nada si no tiene delante una Presencia que ha vencido a la muerte y al mal, una Presencia a la que pueda confiar su deseo de vida, su sed de significado.
Los acontecimientos del 7 de julio nos impelen a cada uno de nosotros a cambiar, a ser más verdaderos. Ponemos nuestra confianza en Tí, Virgen María, “fuente viva de esperanza”. Que cada mañana sea esta fuente viva de esperanza el más cautivador y tenaz significado de la vida.