La comunión como camino
Los años ochenta son los de la madurez, la eclosión de obras educativas, sociales y de caridad, y también de la expansión misionera que ha llevado a Comunión y Liberación a más de setenta países de los cinco continentes. Es también el periodo un intenso diálogo con el mundo laico y de un amplio reconocimiento eclesial, después de no pocas incomprensiones. En la etapa final de la vida de don Giussani se había hecho más aguda su conciencia de la soledad terrible del hombre contemporáneo que ha cortado el vínculo con el Misterio, y del drama de un cristianismo reducido a discurso correcto. Por el contrario repetía que el cristianismo es una fiebre de vida, un torbellino de caridad, una belleza encontrada que es preciso llevar a toda la gente, a la masa del pueblo. Ese ha sido su último mensaje para todos los que nos reconocemos sus hijos.