Juan José Gómez Cadenas: «Me ha impresionado, como agnóstico, la afinidad con Carrón»
El lunes 28 de noviembre se presenta en Madrid La belleza desarmada, libro de Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación. Juan José Gómez Cadenas, uno de los físicos de más prestigio en España, será uno de los ponentes. PáginasDigital ha hablado con él.
¿Qué le ha sorprendido de la lectura de La belleza desarmada?
Más que sorprendido, yo diría que me han impresionado las numerosas afinidades con el autor y sus puntos de vista. Hace un año esto hubiera sido motivo de sorpresa, dada mi posición como agnóstico y la suya como creyente. No obstante, estos últimos meses he tenido ocasión de conversar en varias ocasiones con Javier Prades, cuya visión del mundo creo que está bastante cerca a la de Julián Carrón. Estas conversaciones, muy gratas para mí, nos han permitido, creo, establecer entre ambos algo que yo llamaría un “puente humanista”, apoyándonos en la razón por una parte y en la convicción de que el ser humano es redimible. Todo esto está también en el libro de Julián, así como la apuesta tenaz por el diálogo. Y otra cosa. Carrón gusta de citar a Rilke, mi poeta favorito. Tampoco estoy seguro de que me sorprendiera (la cita era tan natural y venía tan a cuento que se imponía por necesidad), pero eso sí, se lo agradecí muchísimo.
Carrón, siguiendo a Benedicto XVI, señala un agotamiento del proyecto ilustrado.
¿Es una buena hipótesis para explicar la crisis en la que estamos?
No son pocos los pensadores que han apuntado ese famoso agotamiento. Yo no estoy tan seguro. Creo que el hombre ilustrado, como el hombre cristiano (no son sinónimos, pero tampoco antagónicos) están siendo cuestionados en nuestras sociedades opulentas y a la vez injustas, totalmente conectadas y sin embargo alienantes, basadas en la ciencia y por otra parte proclives a la superstición tecnológica, social o política. Es cierto que no son pocos los intelectuales desanimados ni faltan voces que avisan de que los bárbaros ya están en el ágora. Pero mi punto de vista es que hay que repensar al hombre ilustrado como creo que Carrón, Prades y otros están repensando al hombre cristiano. De hecho, creo que hay que repensarlos a la vez. Y puede que en el proceso haya que darle voz a los bárbaros, que tampoco son necesariamente una maldición, como nos cuenta Kavafis.
¿Qué le parece la insistencia en el valor de la libertad?
Me encanta, tanto la forma en que defiende ese valor (que compartimos) como la claridad con que expone sus argumentos.
¿Qué destacaría de los capítulos dedicados a la educación?
La pasión con la que Julián apuesta por los jóvenes, la convicción de que pueden “salvar el mundo” si se les permite descubrir la verdad. La palabra clave aquí es “descubrir”, Carrón no apuesta por “inculcar valores”, aunque él los suyos los tiene muy claros, sino que está convencido de que el ejercicio de la razón (que a su vez requiere las herramientas que proporciona una cultura científica y humanista) lleva a la verdad. Y aquí vuelvo a estar de acuerdo con él a pesar de que mi verdad y la suya no son idénticas. La búsqueda de la verdad (y de la belleza), la convicción de que es posible darle sentido ético y estético a la vida son elementos claves en los que coincidimos.