Javier Prades: «Ahora comprendemos mejor el papado»
Con motivo del primer aniversario de la histórica declaración de Benedicto XVI anunciando su renuncia al pontificado, Páginas Digital ofrece una entrevista con el rector de la Universidad San Dámaso en la que abordamos el valor del gesto tras haber transcurrido un año y sus repercusiones posteriores.
Con la perspectiva de un año, ¿Qué ha supuesto la renuncia de Benedicto XVI para la Iglesia?
Se confirma lo que se podía ya presentir en el momento mismo en el que el papa renunció. Nos encontramos ante un hecho histórico único que vuelve a poner de manifiesto ante el mundo la libre iniciativa del Espíritu de Dios, que mueve a la Iglesia con gestos que nadie se hubiera esperado.
¿Entendemos todos ahora mejor el papado?
Entendemos el papado a una luz nueva, porque nos permite comprender mejor su naturaleza. Era una posibilidad que en sí misma siempre había existido. No cabe decir que se trate, en rigor de los términos, de algo contrario al ordenamiento jurídico de la Iglesia, puesto que estaba contemplado, pero es verdad que existencialmente, históricamente era inimaginable. Ahora, por lo tanto, tenemos ante nuestros ojos un modo de ejercer el ministerio petrino que abre una nueva perspectiva. Los frutos y los resultados habrá que esperarlos todavía en el tiempo venidero, pero no cabe duda que el gesto de la renuncia de Benedicto XVI es un gesto profético en el ejercicio del ministerio de Pedro.
¿Qué destacaría de la sucesión de Benedicto XVI por Francisco?
Ha sido un año excepcional. El gesto de Benedicto XVI es un gesto de máxima libertad interior ante Dios, movido e impulsado por el Espíritu Santo para el bien de la Iglesia, como indicó él mismo con lucidez en el momento de la renuncia ante los cardenales. El papa Benedicto eligió servir a la Iglesia con ese gesto de renuncia, y por tanto fue como volver a entregar todo al Señor, ya en la ancianidad -no sólo cuando en la juventud se entrega todo, sino que en el momento final de la vida vuelve a entregarle todo al Señor por amor a Dios y a su Iglesia. Así se agiganta la figura histórica de Benedicto XVI. Cuando hemos visto después la sencillez de la propuesta evangélica con la que ha irrumpido el papa Francisco, como aire fresco en la escena mundial, y las esperanzas que ha despertado y que ha suscitado en todo tipo de personas dentro y fuera de la Iglesia, no nos cabe más que estar agradecidos por la santidad y la grandeza con la que uno de ellos ha renunciado al ministerio de Pedro y el otro ha empezado a ejercerlo.