«Ha sido un camino muy intenso para todos»
La Casa de La Almudena ha cumplido un año, desde que fuera inaugurada por el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco, en junio de 2012. Esta institución pionera en España, coordinada por tres matrimonios, tiene un triple campo de acción: por un lado, las familias acogen temporalmente a menores tutelados y con dificultades en un ambiente familiar; por otro, en el Centro Materno-infantil se acoge a mujeres embarazadas, o con niños pequeños sin recursos; por último, en el Centro de Apoyo Infantil y Juvenil, se imparten cursos y apoyo escolar para los adolescentes del barrio madrileño de Las Musas (San Blas). «Ha sido un camino muy intenso para todos», dice, al hacer balance del primer año de vida de la Casa, don Juan Orellana, uno de los paterfamilias, colaborador de Alfa y Omega.
Marcos tiene 4 años y, después de cuatro meses de estancia en un centro de menores, ha encontrado al fin un hogar. Ha sido acogido por Juan Orellana y Teresa Díaz, una de las tres familias que dan alma a la Casa de la Almudena. «Tú no entras aquí, ésta es mi casa», le decía Marcos a un vecino. Tan sólo una semana le ha hecho falta para sentirse integrado y feliz en su nueva casa de acogida. La familia también está ilusionada, ya que llevaba un año esperando para acoger a un niño. Y tienen espacio para acoger a más.
La Casa de la Almudena ha cumplido un año. «Todo han sido experiencias nuevas, retos imprevistos... Ha sido un camino muy intenso para todos», explicaba Orellana en la presentación del acto de aniversario. No es para menos. Desde que empezó, en junio de 2012, la Casa está dando respuesta a las necesidades para las que nació: ya hay niños acogidos en las tres familias, la casa materno-infantil está completa, y el centro de día funciona al completo mañana y tarde.
La idea del proyecto nació de la amistad entre tres matrimonios, miembros de la asociación Familias para la Acogida, que habían acogido ya a niños en sus casas. Quisieron dar un paso más, y hace quince meses fundaron la Casa de la Almudena, situada en el barrio de Las Musas (San Blas) de Madrid, bajo el amparo de la Fundación Internacional de Educación (FIE).
El pilar de la Casa: la oración
Todo, en la Casa de La Almudena, está coordinado por estos tres matrimonios, que afirman tener una vida normal, basada en la oración conjunta. Cuentan con la ayuda de una treintena de voluntarios, de todos los tipos. «La primera vez que llegué y vi a estos chicos con gorras y pantalones caídos, me asusté. No sabía si me iba a entender con ellos», explica Ana de la Fuente, voluntaria en las clases de refuerzo al estudio. Pero pronto sus miedos desaparecieron. También hay mujeres que acompañan a las madres al supermercado, profesoras de cocina, e incluso de costura. María Rosa Cárdenas -o la abuelita Rosa, como la llaman en la Casa- va una mañana a la semana a coser con las madres del centro materno-infantil, y entre puntada y pespunte, se escapan conversaciones sobre la vida y el amor.
«Los primeros que acogemos somos los hijos, porque compartimos baño, habitación y padres», explicaba Teresa García Ferrol, hija de Eduardo y Estrella, otro de los tres matrimonios de la Casa. «Sin duda, soy mucho más feliz este año que el pasado, he disfrutado dándome a mí misma», explicaba. Su hermana María, con 25 años, cuenta que, «aunque al principio da un poco de pereza, esta experiencia te rompe tus proyectos y te descubre que la vida es mucho más».
Falta apoyo público
Algunas autoridades estuvieron presentes en el aniversario, como don Pablo Gómez-Tavira, Director General de Inmigración de la Comunidad de Madrid, y don Antonio Ferrandis, del Instituto Madrileño del Menor y de la Familia. «Estas tres familias hacen una tarea ejemplar que debe reconocerse por las instituciones públicas», dijo doña Salomé Adroher, Directora General de Servicios para la Familia y la Infancia del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Sin embargo, las ayudas públicas son escasas: la Casa de la Almudena funciona al 90% con aportaciones privadas. Muchas familias ayudan siendo socios amigos de la casa. A través de su página web (http://estaestucasa.wordpress.com), cualquier persona puede colaborar con esta iniciativa.
«Nuestro punto de valor es que evitamos que los niños pasen por un centro de menores, y así puedan volver algún día con su familia biológica», explica Teresa Díaz, que, además de madre de acogida, es la directora del Centro de Estudios del Menor de la Universidad CEU San Pablo, y por su experiencia, afirma que, para los niños, es mejor vivir en una familia que un centro de acogida. Este modelo está siendo fomentado por la Administración, pero aún hay mucho por hacer. Según los datos de la Comunidad de Madrid, el 60% de los niños acogidos están en familias. Lo que no se explicita es que, dentro de ese porcentaje, se incluye a los niños que son acogidos por miembros de su propia familia extensa (abuelos, tíos...) Son muy pocos los acogidos por familias ajenas. Y sin embargo, hay muchas deseosas de acoger a niños.