Fe y política

Paolo Franchi

La premisa es obligada: quien escribe ha estado, y está, muy lejos de la experiencia de Comunión y Liberación. Pero lejanía no puede significar indiferencia. Sobre todo refiriéndose a un movimiento que, desde sus primeros pasos en 1969, dejó una impronta visible y tangible en la vasta y caótica transformación que está afectando a la sociedad italiana; en primer lugar, obviamente, al mundo católico. En plena efervescencia de esa etapa social, don Luigi Giussani, el sacerdote que desde hacía quince años organizaba en las escuelas Gioventù Studentesca, lanzó al ruedo a CL. La idea clave de la que toma su impulso el movimiento eclesial («El acontecimiento cristiano vivido en la comunión es el fundamento de la auténtica libertad del hombre») es para aquella época realmente sorprendente. Lo cual no impide que conquiste a miles de chicos y chicas y que desde Milán se extienda por toda Italia (…) Ahora muchas de las heridas del pasado parecen curadas. Un ejemplo entre otros, a su manera histórico, es la amistosa visita de una delegación de la Acción Católica al Meeting de Rímini el verano pasado. Pero las antiguas contiendas no se olvidan tan fácilmente. De todas formas, es imposible una relectura de los años 70 en Italia sin tomar en consideración a Comunión y Liberación. Mucho menos es posible un análisis de su (controvertida) herencia, que comprende también, y de qué manera, un profundo cambio de la naturaleza misma de la cuestión católica en Italia. Y no cabe duda de que en este cambio CL representa un sujeto decisivo.