Fe y entusiasmo
De los dos sacerdotes revolucionarios de la Iglesia de la segunda mitad del siglo XX, ha muerto primero él. Karol Wojtyla, como impone el ejercicio del Papado, prosigue, con fragilidad de hierro, ofreciendo el testimonio de una enfermedad en el punto de mira de todo el mundo. En cambio don Giussani ha podido ahorrárselo a sus chicos que, convertidos hoy en hombres, le lloran como a un padre, quizá más que a un padre. No se puede establecer ninguna comparación, que sería evidentemente desproporcionada, entre dos figuras y dos vidas completamente distintas. Sólo se puede señalar un hilo común, una afinidad entre estos dos hombres de Iglesia, ambos dotados de un fuerte carisma personal, de un particular ascendiente sobre el mundo juvenil, de la capacidad de replantear un cambio radical en la concepción y en la práctica del compromiso católico.
Para comprender el alcance de la revolución de «don Gius», como le llamaban sus alumnos del Berchet de Milán, en la Iglesia y en la vida pública italiana, incluyendo la vida política, es preciso recordar el clima de los años que van de la segunda mitad de los cincuenta al final de los años sesenta. La secularización creciente, el solidarismo social próximo al radicalismo político de extrema izquierda, la difusión de una «Iglesia de la duda» que llevaría al Concilio y más tarde al inquieto papado de Pablo VI. En este contexto irrumpe don Giussani contraponiendo una «Iglesia del entusiasmo». La integridad de un católico que niega la separación entre público y privado, que sustituye la «mística del cielo» con la «mística de la tierra», hecha de una recia, pragmática, lombarda concreción en obras. (…) El pesar unánime por la muerte del fundador de CL reconoce el valor del hombre y la fuerza de su mensaje, pero esconde hipócritamente muchos rechazos. Bien es verdad que el destino de los revolucionarios excluye tanto el aplauso plebiscitario como la indiferencia; sólo contempla la devoción de los adeptos y el respeto de los enemigos. En vida don Giussani obtuvo lo primero pero no siempre lo segundo. Ahora tendrá ambos.